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La mentira tiene patas cortas, Presidente

Fecha Publicación: 17/01/2019 - 22:30
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El presidente Vizcarra pisó el palito. Porque claro, si bien él alucinaba –y sus asesores marxistas se lo remachaban– que podía seguir siendo el gran equilibrista del poder, lo cierto es que nadie puede permanecer estable en una cuestión tan delicada como es gobernar un país en problemas. Finalmente tropezó –y feo– provocando que la gente comprobase que no era el tal todopoderoso presidente, dueño de la verdad, pleno de transparencia, modelo de honorabilidad e incapaz de mentirle a la sociedad. La verdad cayó por su propio peso. Vizcarra era igual que el resto de políticos que han llegado a la presidencia. Inclusive carga la cruz de haber sido vicepresidente de un mandatario imputado por la Justicia por hechos cometidos antes de ejercer la jefatura del Estado, con el agravante que fue forzado a renunciar a la presidencia por men-tir. Y men-tir ha sido precisamente el palito que pisara Vizcarra esta semana. Esto lo ha puesto en el mismo saco que los personajes a quienes durante sus diez meses de gloria él se ha dedicado a incordiar, enrostrándoles la categoría de corrompidos por el solo hecho de haber mentido tal como él. Su emblemática víctima fue el ex fiscal de la Nación Pedro Chávarry. Vizcarra se le prendió de la yugular porque Chávarry negó haber asistido a un almuerzo organizado por un individuo afín al grupo denominado “Cuellos Blancos”, cuando después se demostró que sí concurrió al evento. Consciente de ello, Vizcarra hizo lo mismo que Chávarry al negar que su empresa –siendo él accionista y gerente de la misma– fue proveedora del consorcio Conirsa (Consorcio IRSA Sur, constituido por Odebrecht y Graña y Montero, paradigmas de la corrupción en el Perú).

Aparte, él fue socio de Graña y Montero –y apoderado de esta consorciada con Odebrecht– en el Consorcio Ilo que trabajó para Southern, empresa contra la cual siendo presidente de la región Moquegua Vizcarra organizara un paro que desembocó en el “Moqueguazo”. En días pasados Vizcarra creyó tener licencia para mentir. Cayó en su propia trampa. Cuando la periodista le preguntó sobre ambos extremos respondió sin pestañar: “Esas afirmaciones son falsas”, enfatizándolo con gesto adusto. Pero la verdad era otra. La empresa de Vizcarra SÍ fue proveedora de Odebrecht, porque ésta era propietaria del 70 % del consorcio que le arrendara sus maquinarias. Y evidentemente Vizcarra no las hubiera alquilado a terceros sin asegurarse de quién respondería por sus equipos y pagaría sus servicios. Además, Vizcarra fue socio y apoderado de Graña y Montero en el Consorcio Ilo.

El Congreso acordó investigar a Conirsa. De inmediato el conglomerado monopólico El Comercio, tan amiguete del régimen por el avisaje estatal, se rasgó las vestiduras advirtiendo que Vizcarra nunca mintió, porque su compañía jamás fue proveedora de Odebrecht ya que “sólo fue proveedora de Conirsa”. Con semejante falacia, aquella prensa palaciega cree que puede continuar manipulando este país, mientras denuncia por quítame estas pajas a los opositores al vizcarrismo controlado por aquella camorra progre marxista. La mentira tiene patas cortas, amigo lector.