La mejor vacuna contra el Covid-19
El Covid-19, el virus del pánico, viene obligando a la mayoría de países del mundo a ir a contrapelo contra el mayor dogma de los últimos tiempos: la globalización. Y es que la única estrategia relativamente exitosa resulta siendo paradójicamente la reconstrucción de los símbolos del confinamiento social, del renacer de las murallas indignas que separaban pueblos, de la paranoia social que nos hace vernos como enemigos mutuos, como potenciales asesinos, como agentes portadores del fin de la humanidad.
En tanto la expansión del virus del pánico se acentúe, la sociedad irá sacando sus miserias a flor de piel lideradas por el egoísmo y la indiferencia, cuya loca carrera por la sobrevivencia provocará el atropello inmisericorde de los más vulnerables. ¿Estamos preparados para evitar caer de bruces ante esta ola de pavor mortal?
Hoy casi es un consenso global que la única vacuna contra el Covid-19 es la solidaridad. Sí, aquella acción humanitaria que acogota al egoísmo y aflora los sentimientos que permiten activar y mantener aquellas acciones en búsqueda del bien común. Si las familias logran sacarse la mascarilla de la indiferencia e identificar a su alrededor (edificio, manzana, barrio o comunidad) quién puede estar en peligro de abandono en estas horas de incertidumbre y tomar acciones conjuntas con otras familias para darles el apoyo, estaremos venciendo las principales secuelas del virus: el egoísmo y la indiferencia.
Si esta misma actitud solidaria vecinal la trasladamos a los equipos de los gobiernos locales, regionales y a la administración del gobierno central, estaremos reconstruyendo los valores morales y humanos, que entraron en crisis en las últimas décadas. Resulta patético ver a un gobernador regional impedir “en sus fronteras” el paso de buses con hermanos peruanos que van a la tierra que los vio nacer o por foráneos que buscan un refugio temporal, por el “temor que infecte a su pueblo”. ¿Así somos de humanitarios?
Igual, el gobierno central. Es indignante que luego de una semana de la declaratoria de la emergencia, aún centenares de peruanos estén abandonados fuera de su país rogando vuelos humanitarios. ¡Por favor! ¿No se pueden financiar refugios temporales en esos países mientras se logre activar el puente aéreo o terrestre?
Las próximas semanas serán claves para demostrar al mundo que los peruanos tenemos la mejor vacuna contra el Covid-17 y sus secuelas: la solidaridad. Esperemos que las acciones humanitarias con los más vulnerables se concreten no solo a lo largo de la cadena de responsabilidades en la gestión del Estado, sino en el vecindario, el barrio o la comunidad. Recuerden que de otras peores crisis hemos salido juntos y solidarios.