ÚLTIMA HORA
PUBLICIDAD

La marcha Morán

Imagen
Fecha Publicación: 28/06/2025 - 20:50
Escucha esta nota

Trinidad Moran fue un militar nacido en 1796 en Venezuela. Llego a Lima con Bolívar en 1823 y tuvo una participación importante en Junín y Ayacucho. Destacado a Arequipa contrajo matrimonio con la distinguida dama arequipeña Rafaela Zereceda y se nacionalizó peruano afincándose en Arequipa.
En 1836 el general Moran apoyo la Confederación Peru Boliviana y al mando de una flota confederada hostilizo los puertos chilenos e invadió la isla de Juan Fernández humillando a las fuerzas armadas de aquel país. Esta gloriosa acción de la infantería naval jamás le fue perdonada por Chile y los colaboracionistas peruanos. Caída la confederación Moran fue borrado del escalafón y se retiró a la vida familiar en Arequipa donde tuvo gran éxito comercial.
En 1854 estalló la revolución radical y Trinidad Moran se pronunció a favor del gobierno constitucional siendo reincorporado al ejército con su grado de general. Venció a los revolucionarios en Alto del Conde donde el líder rebelde Domingo Elías sufrió una humillante derrota que jamás perdono. Pocos días después, mientras trataba de liberar Arequipa de las fuerzas revolucionarias, Moran fue hecho prisionero y entregado al jefe político de la ciudad, el mismo Elías quien ordenó que fuese fusilado.
De nada sirvieron los pedidos de clemencia de vecinos y familiares. Incluso que un grupo de pobladores, tratando de sensibilizar a Domingo Elías, sacaron en improvisada procesión a la Virgen de los Dolores. Pero los ruegos no fueron escuchados. El 1 de diciembre de 1854 el infortunado general fue llevado a la plaza de armas de la ciudad blanca para su ajusticiamiento.
El momento más dramático y conmovedor ocurrió cuando el condenado a muerte sin juicio pasa por el teatro Fénix, en cuyos balcones se encontraban desconsoladas su esposa e hijas (Fortunata y Rafaela). Frente al pelotón el valiente general conservador rechazo ser vendado y dijo a los verdugos “Quiero morir como soldado, con mi vista entera, de pie, derecho” y el oficial a cargo concedió que el mismo dirigiese su propia ejecución. Aquel día también hubo otra muerte. La muerte moral de Domingo Elías que jamás pudo limpiarse la sangre de tan injusto crimen.
Trinidad Moran fue enterrado en una fosa improvisada donde permaneció hasta el 17 de noviembre de 1892, cuando sus restos fueron trasladados a la Iglesia de Cayma. En 1954, en solemne ceremonia su cuerpo fue depositado en el Panteón Nacional de Caracas reconociéndole su condición de notable prócer de la independencia de ambos países.
Mientras el infortunado general se dirigía al lugar de su ejecución se escuchó a lo lejos que lo acompañaba los acordes de una música marcial devenida en marcha fúnebre. Dice la tradición que fue entonada por los músicos del batallón Lima dirigidos por un sargento arequipeño que combatió con Moran. Desde entonces esta composición recibió el nombre de la Marcha Moran si bien sabemos que era una marcha militar más antigua que tuvo como autor a José Casaverde.
A partir de 1870 la Marcha Moran, en su versión luctuosa, acompaña la procesión de la virgen de los Dolores, abogada infructuosa del infortunado general. La grabación más antigua data de 1911 cuando la banda del regimiento de gendarmes grabado algunas composiciones peruanas para la empresa norteamericana Columbia. Mas recientemente el maestro Andrés Aliaga Mejía, con la Orquesta Sinfónica de Arequipa le ha devuelto a esta marcha la plenitud de su sentido marcial.
Ahora bien, no se puede olvidar que la Marcha Moran también tiene un sentido político en la historia peruana. Es el himno perpetuo de la causa conservadora y por ello debemos recordar siempre lo que esta representa y nadie lo ha resumido mejor que Jorge Basadre: “Encarna ella el homenaje tardío, el inútil respeto póstumo, la postergación del bueno y del apto, la tristeza por esta república atolondrada”.

Mira más contenidos siguiéndonos en FacebookXInstagramTikTok y únete a nuestro grupo de Telegram para recibir las noticias del momento.