La ley que favorece a los políticos

El dueño de las palabras es el dueño del discurso. Para que una acción tenga el éxito que se espera, debe estar acompañada de un solo mensaje repetido varias veces, de forma constante, por un tiempo determinado hasta cumplir el objetivo. Sin embargo, en esta coyuntura, es mucho más fácil posicionar el mensaje cuando se tiene el factor miedo. Ese factor miedo se ha incubado a lo largo de cinco años. Los medios han ayudado mucho para acentuarlo y alimentarlo. Hoy se ha convertido en el principal peligro para la patria en la mente de los peruanos. Ese miedo es real; en eso radica el éxito de ese discurso.
Los socialistas permitieron que más de 1 millón 700 mil venezolanos ingresaran al país. Esa cifra se registró en 2023, con la victoria de esa ideología que adora tanto a los pobres y por ello los multiplica, representada por Nicolás Maduro. Es inevitable que muchos de ellos sean venezolanos con los recursos más escasos y que lleguen al país buscando oportunidades para empezar una nueva vida.
El país caribeño está destruido; el socialismo lo dejó en coma. El gobierno de Pedro Pablo Kuczynski y, muy pronto, el de Martín Vizcarra, permitieron que el Perú fuera ocupado no solo por personas que escapan de la miseria del país, sino también por criminales de cárceles, delincuentes menores y gente de mal vivir. ¿Qué van a robar o destruir en un país como Venezuela, cuya tasa de inflación es del 46% anual? La moneda venezolana no sirve para nada. Los delincuentes están de exportación y no son ningunos inexpertos.
Uno de los principales delitos cometidos en Venezuela es la extorsión. Las denuncias por extorsión pasaron de 1,602 en 2017 a 14,971 en 2022. También se sabe que muchas víctimas no denuncian por miedo. El miedo es un paralizador. Es evidente que hemos sido invadidos por una horda de extorsionadores internacionales, que no están necesariamente atacando a las grandes y muy poderosas empresas en el Perú, sino a micro y pequeñas empresas. Los emprendedores son los que están viendo cómo destruyen el negocio que con tanto esfuerzo han construido; ese es otro público.
Los políticos inservibles del Congreso de la República han dejado muy bien definida su defensa cerrada ante la norma 32108. Lo hecho, hecho está, señores. Ustedes saben muy bien que dar su brazo a torcer es dar la oportunidad de que los cierren. Después de equivocarse tontamente con la impertinente ley sobre “el crimen organizado”, ahora buscan ridiculizar a propietarios, dirigentes, trabajadores del sector transporte y otras empresas pequeñas y medianas. Ellos mismos se pusieron la soga al cuello aprobando una norma en el momento menos adecuado, en la coyuntura menos favorable, y solo para favorecerse a ellos mismos: los políticos que se cansaron de que la fiscalía use esa figura para catalogarlos a todos como criminales de una organización delictiva.
Ahora, de la forma más ridícula y como un insulto a todos los peruanos, proponen una norma contra la delincuencia y ponerle un alto al Poder Judicial para tapar la burrada que hicieron. Puede existir mucha suspicacia sobre los hilos detrás de este paro. Pero no queda la mínima duda en la mente de los peruanos que la ley 32108 fue aprobada para beneficiar a los políticos.

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