La imposible misión de la OEA
Debo insistir: la visita de los comisionado de Alto Nivel de la OEA es repudiable por respeto a la soberanía nacional y porque en la lucha pacífica y democrática ningún extranjero tiene derecho a intervenir so pretexto de propiciar el “diálogo”.
Nuestro historial con la OEA y los órganos interamericanos es desastroso. La única Mesa de intermediación exitosa –en la cual participé como vicepresidente de la SIP para el Perú- fue la del año 2000 cuando se sentaron las bases para retornar a la democracia. En ese entonces no había ninguna Carta Democrática Interamericana, pero sí personalidades de la más alta calidad. Entre otros, el entonces secretario general y ex presidente colombiano César Gaviria, Lloyd Axworthy, canciller canadiense, Fernando de Trazegnies, canciller peruano, el Defensor del Pueblo Jorge Santisvean de Noriega, etc. Además había que buscar una fórmula legítima para terminar con el régimen autoritario.
Desde entonces la OEA ha degradado sus credenciales éticas. Ha devenido en organismo subsumido en el globalismo, sus comisionados son caviares escandalosamente vinculados y financiados por ONG como la de Soros; sus jueces avanzan hacia la supranacionalidad de la justicia so pretexto de sentencias ideologizadas; su Consejo Permanente está compuesto por personas deleznables (como el argentino que defiende tesis racistas); y su secretario general -apologista de Hugo Chávez- acaba de ser descalificado por actos deshonestos.
La OEA nos ha hecho daño: favoreció a Toledo el 2004, informó en contra del presidente constitucional Merino, impidió la liberación de Fujimori, informó falsamente sobre las elecciones del 2021, trató de interferir en el segundo proceso de vacancia, no ha reportado correctamente sobre las amenazas contra la libertad de prensa, impulsa el Acuerdo de Escazú, la ideología de género y ahora, antes de hacer la visita, aprueba su “solidaridad” con Castillo.
Varios comisionados de los que vienen tienen un largo prontuario de izquierdismo radical, en 48 horas apenas se reunirán con el Gobierno y muy pocas organizaciones de oposición. Además su misión es imposible porque no se puede dialogar entre una Fiscalía que cumple con su labor de investigar y una organización criminal que usurpa el Gobierno.
Se trata, en suma, de una farsa y es probable que el informe final inclusive ya esté redactado. Frente a eso y tras la criminal represión de la protesta social por parte del Gobierno solo nos queda repudiar a la OEA y radicalizar nuestras acciones de resistencia contra el régimen corrupto.
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