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La importancia histórica del 29 de julio

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Fecha Publicación: 28/07/2023 - 21:30
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Hoy, 29 de julio, no es feriado para completar la larga semana de descanso nacional que incentive el turismo interno, principalmente. No es por eso. Su origen lo encontramos en la misma alba de nuestra Independencia. Fue el domingo 29 de julio de 1821 y ha pasado a ser denominado como el Día de la Juramentación de Fidelidad a la Patria. En verdad –hay que decirlo– es poco conocido con ese nombre, pero sigue siendo una práctica cívica nacional trascendente que yace precedida por el tradicional Tedéum, que significa “A ti, Dios”, uno de los primeros himnos de la cristiandad en la etapa de la denominada Iglesia primitiva.

Luego de las inolvidables escenas de felicidad y éxtasis nacional del 28 de julio de 1821, en la mañana del día siguiente –el referido domingo 29–, el arzobispo de Lima, Don Bartolomé María de las Heras, procedió a la solemnidad religiosa iniciada por él mismo entonando el referido Tedéum y con ello, presidir enseguida la misa de acción de gracias en cuyo marco la presencia del Libertador José de San Martín –Protector del Perú– fue determinante como cabeza visible del proceso libertario de nuestra patria. Hoy lo es el presidente de la República como la autoridad nacional que ostenta la más alta investidura del Estado peruano.

En aquel momento de nuestra historia republicana inicial, que estoy narrando, la oración congratulatoria la presidió el Padre franciscano Jorge Bastante. Al final de los oficios, San Martín, junto a todo su séquito, volvió a Palacio no pudiéndose librar de las vivas y aclamaciones pronunciadas espontáneamente por los vecinos de la capital. Era su momento como lo ha sido para todos los mandatarios que hemos tenido a lo largo de nuestros 202 años de vida republicana. El Cabildo secular luego se reunió con el objetivo de prestar el denominado Juramento de

Fidelidad a la Patria y en esta parte de los actos ad solemnitatem, el gobierno municipal ha tenido una participación relevante que no se debe perder. Así, el primero en hacerlo en esa época de nuestra historia inicial, fue el alcalde de Lima, conde de San Isidro, en manos del regidor más antiguo, que era don Francisco de Zárate, y luego lo hicieron los demás regidores.

Ya por la noche de aquel domingo 29 de julio, San Martín invitó a una recepción en Palacio a los vecinos notables de Lima, continuando la fiesta con el relieve de la tenida del día anterior y mientras ello sucedía en las calles y jirones de la Lima de antaño, también los de sus alrededores (los históricos Barrios Altos y el Rímac, por aquel entonces el barrio de San Lázaro o Abajo el puente), los vecinos con sus mejores trajes y vestidos, yacían jubilosos y extasiados por el momento único e irrepetible que vivía el Perú, unos departiendo con anticuchos y picarones, y otros, bailando hasta altas horas de la noche, todos festejando nuestro desprendimiento político de España, luego sellado con las gestas militares de las batallas de Junín y Ayacucho, en 1824.

En las primeras décadas del Perú independiente, y entrado el siglo XIX, de otras partes de América, nuestros hermanos del continente se organizaban para venir a Lima a jironear como lo hacían durante el virreinato, y en ese marco no perderse los actos festivos del histórico 29 de julio.

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