La importancia del voto informado

A menos de una semana de las elecciones generales en el Perú, cobra especial importancia el llamado “Voto Informado” que, promovido su uso por el Jurado Nacional de Elecciones en los procesos electorales, tiene por finalidad lograr que el ciudadano emita su voto con criterio y responsabilidad.
Ello significa que es necesario que las organizaciones políticas presenten sus planes de gobierno, para que la población esté en condiciones de poder analizar y evaluar las propuestas programáticas ofrecidas y, por lo tanto, la ciudadanía pueda cotejarlas.
Asimismo, es ilustrativo y orientador para la opinión pública conocer los antecedentes personales de los candidatos; los cuales para el efecto tienen que presentar sus hojas de vida en la cual deben proveer información relevante que permita identificar sus características educativas, económicas, sociales, en cuanto a su actividad pública y privada y todo aquello que pueda ser útil para mejor identificarlo por parte del elector.
No está de más destacar que la indicada hoja de vida tiene la condición de ser una declaración jurada y, en consecuencia, si el candidato consigna información falsa está sujeto a las sanciones correspondientes.
De ser usada esta información por el ciudadano, como fuente de inspiración, antes de emitir su voto, podríamos avizorar que la democracia en el Perú se encamina a su institucionalización, pero, lamentablemente, el escenario que se observa en la actualidad está bastante distante de lo que pretendía el máximo órgano electoral desde el momento que lo instauró.
Si bien es verdad que algo de lo que ofrecen las candidaturas presidenciales y congresales pueden darse a conocer en los debates y entrevistas periodísticas, también es cierto que poco es lo que se aporta a través de estos medios; pues, únicamente, lo que en voz alta se dice tiene un fin puramente electorero y, como oferta de campaña, muchas veces resulta inejecutable frente a nuestra realidad.
El ciudadano “no se da el trabajo” de buscar la información sobre los antecedentes de los candidatos a quienes darán su voto, ni menos sobre lo que ofrecen las organizaciones políticas, cuyos ofrecimientos pueden ser inclusive hasta impracticables.
Es decir, toda esta información sobre los partidos y actores políticos termina siendo utilizada por los propios medios de comunicación o candidatos, para destacar lo bueno o lo malo, según pueda interesar a los que la usen, pero aquellos que originalmente fueron los destinatarios del establecimiento de este “voto informado”, estos son los ciudadanos (léase cada uno de los votantes), no utilizan este instrumento de información que las normas electorales han previsto para ellos.
En consecuencia, estamos frente a un panorama electoral que se presenta como una constante que no podemos superarla y nos obliga a identificar dónde se encuentra el problema.
El problema no está en la norma; pues, muchas de ellas se han dado, como las últimas promovidas por la llamada Comisión de Alto Nivel, que fueron totalmente inadecuadas y teóricas, y, por lo tanto, no solucionaron nada.
El problema está en el destinatario del poder, que es el pueblo, y que la antes indicada Comisión no lo tomó en cuenta, cuando debió haber atendido el elemento más importante para que una democracia funcione, cual es la educación.
Si comenzamos por preocuparnos en buscar cómo educar políticamente al ciudadano y encontramos por lo menos algunas pocas alternativas, estaremos comenzando por hacer más democracia en el Perú.

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