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La importancia del parlamentarismo

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Fecha Publicación: 29/06/2023 - 21:40
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Hoy 30 de junio, la ONU lo dedica a relievar el trabajo de los parlamentos -el poder legislativo en todo Estado-, y lo hace celebrando el Día Internacional del Parlamentarismo. La fecha no es casualidad pues un 30 de junio de 1889 fue creada la histórica Unión Interparlamentaria que es la organización mundial de los parlamentos nacionales. Su origen se halla en el parlamentarismo inglés dado que fue en las tierras anglosajonas donde surge la teoría del sistema parlamentario.

Convocado en 1215 con la dación de la histórica Carta Magna en los tiempos de Juan Sin Tierra, es cuando fueron establecidos los derechos de los barones -los antiguos y poderosos terratenientes- que fueron ungidos como tales para quedar al servicio del rey, siendo incorporados a su Gran Consejo. En el sistema del parlamentarismo, el poder yace en una asamblea donde sus representantes, generalmente electos por la voluntad popular, tienen el monopolio de la actividad legislativa por lo que los parlamentos están dedicados en modo trascendente y exclusivo a la creación de normas jurídicas o leyes en un Estado.

En aquellas naciones donde el poder legislativo es mucho más fuerte que el ejecutivo, entonces impera el régimen parlamentario que por lo demás históricamente no fueron otra cosa que las victorias contra los monarcas limitando sus prerrogativas, como fue el caso de la Revolución Francesa de 1789 que se trajo abajo la dominadora idea monárquica del “Estado soy yo” de Luis XIV.

La actividad por antonomasia de los legisladores es parlar por lo que están todo el tiempo hablando, discutiendo, polemizando; sin embargo, la percepción ciudadana es que no producen nada para el país pues todo el tiempo están pronunciando discursos, sustentando proyectos normativos y profiriendo arengas políticas o ideológicas, etc., volviendo a los parlamentos en muchos países del mundo, injustamente, entre las instituciones menos queridas por la población. Esa percepción es errada y la población debe ser informada para conocer su exacta relevancia para la democracia.

Más allá de que hay parlamentarios que no merecen el cargo que el soberano les ha dado en las urnas, su trabajo es central para la gobernabilidad de un Estado. Sin parlamento no existiría el equilibrio de poderes. Es muy importante que los asambleístas, congresistas, diputados, senadores, etc., desde sus escaños expongan sus planteamientos, por lo que reducir el tiempo de las intervenciones es un completo despropósito y atenta contra la naturaleza de la acción parlamentaria.

Finalmente, es un error creer que el parlamentario debe ser docto o experto y hasta se pretende exigirle contar títulos o grados académicos. En efecto, la condición para el cargo no está fundada en la erudición ni en el conocimiento sino en la integridad y moralidad, que es distinto, dejando lo primero para los asesores, de allí que aquel que sea elegido parlamentario antes que intelectual debe ser sabio, porque lo relevante es que la voluntad del pueblo eligiéndolo lo considera digno para que lo represente.

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