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La importancia de la Revolución Francesa

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Fecha Publicación: 12/07/2025 - 20:40
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Mañana, lunes 14 de julio, se cumplen 236 años de la Revolución Francesa, aquella gesta que cambió el decurso de la historia de la sociedad internacional contemporánea al defenestrar a la monarquía absoluta del rey Luis XVI y al denominado Antiguo Régimen que él encarnaba al final del siglo XVIII. El día de la histórica revolución parisina las fuerzas revolucionarias francesas tomaron por asalto el antiguo recinto medieval de la Bastilla que se había alzado en el símbolo del despotismo monárquico. El rey y su esposa, María Antonieta, que por una fuga frustrada terminaron guillotinados poco tiempo después, fueron los últimos inquilinos del Palacio de Versalles, recinto convertido en la frivolidad e indiferencia monárquica de la época. La Revolución fue obra de la burguesía, que, como ahora, era la clase pensante del Estado: Rousseau, Voltaire, Montesquieu, etc., por cuyas reflexiones filosóficas fueron cuestionando el derecho divino que avaló el poder sin límites de los reyes, y que fuera vencido por el iusnaturalismo o derecho natural que superpuso la idea dominante de que todos, en tanto seres humanos y miembros de una misma especie, somos iguales por naturaleza, tirándose abajo los caprichos de Luis XIV, a cuya triste fama para la democracia contemporánea, sostenía suelto de huesos que “El Estado soy yo”. Así, por la revolución, la soberanía del monarca pasó a manos de la soberanía del pueblo. Esto último fue lo más extraordinario que ha podido sucederle a la ciencia política porque a partir de ese momento la democracia cobró enorme vigencia como el más preciado sistema político de las naciones, cuya vigencia estaba determinada por el respeto de la voluntad de las mayorías y la alternancia del poder, y pegada a ellas, el valor de la libertad, nunca atendida como a partir de ese memorable acontecimiento que dio paso a la sociedad actual. Los 236 años transcurridos deberían servir de reflexión para asimilar su legado, siempre mirando a la sociedad internacional, que supo romper las cadenas del referido derecho divino, para pregonar la igualdad entre los hombres como máxima de la vida contemporánea y en cuyo proceso la resistencia de los esclavistas se volvió realmente insalvable. El inexorable decurso de las consecuencias de la Revolución Francesa ha sido fundamental para afirmar la evolución de la sociedad humana: Hoy, nadie podría defender el derecho divino, que en el pasado fuera la fuerza política rectora de la humanidad sojuzgada y alineada. La revolución enseñó a desdeñar lo que políticamente se había vuelto inaceptable y por eso los derechos humanos, surgidos de sus entrañas dialécticas, son considerados desde ese momento derechos de evolución y nunca de involución. Pero la Revolución Francesa no era que despreciaba a las monarquías como tales. Sí, es verdad que se trajo abajo a muchas, pero eran aquellas a las que les costaba separarse de su carácter absolutista y despótico. El valor del soberano pueblo por el soberano monarca se efectivizó con las monarquías constitucionales que, en cambio, sí asimilaron las reglas de la nueva tenencia del poder como se ve hoy en diversos Estados de la comunidad internacional.

(*) Excanciller del Perú e Internacionalista

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