La humanidad espera más de la ONU
Las Naciones Unidas, como el más importante organismo internacional que promueve la convivencia pacífica de todas las naciones del mundo, se entiende, orienta su accionar a la búsqueda de condiciones que permitan preservar el equilibrio ecológico en un ambiente natural, libre de efectos contaminantes que perturben el desarrollo de las personas. En ese sentido, y en consideración a los efectos que se generan por otras acciones que, igualmente, producen afectaciones al diario vivir de todos los pueblos del orbe, los objetivos que promueve el ecopacifismo tienen un papel de especial importancia cuando se trata de cuidar el mejor hábitat para el común de las personas.
Razón por la cual se debe llamar la atención que, de acuerdo con la decisión tomada en la última cumbre climática (COP29), en Bakú, capital de Azerbaiyán, en el sentido de que los países ricos aportaran 300,000 millones de dólares anuales a los países del Sur Global, que son los más afectados por el calentamiento global y que son los menos responsables, no es suficiente para cuidar un ambiente natural saludable. Pues, si es el hombre que, en el transcurrir del tiempo, ha venido actuando de una forma en que ha dado lugar a que se incremente la emisión de gases de efecto invernadero, se hace necesario que, desde las Naciones Unidas, se exija y controle, en la actividad industrial de los países altamente desarrollados, el no uso de elementos químicos que producen el cambio climático.
Por otro lado, el conflicto bélico en Gaza que, a la fecha, ha dado lugar a más de 45,000 muertes, la gran mayoría niños e inocentes, constituye también un atentado contra la humanidad; pues, el uso de artefactos de guerra, asimismo, contamina el ambiente natural suficientemente saludable que necesitan no solamente los pueblos involucrados en el conflicto, sino también los que se encuentran a su alrededor. En consecuencia, corresponde a la ONU, desde su Consejo de Seguridad (con sus cinco miembros permanentes), no pedir sino exigir un inmediato cese del fuego, ordenando al primer ministro israelí un necesario cambio de actitud. Para el efecto, una “fuerza de paz” permanente, puesta por Naciones Unidas, en la línea del conflicto, puede ser una buena alternativa.
En el mismo sentido de preocupación, el enfrentamiento entre Ucrania y la Federación Rusa, que viene durando ya más de 1,000 días, es otro evento que, según los acontecimientos de estos últimos días, existe la amenaza de extenderse a límites insospechables y, todo, ¿por qué? Y hay que decirlo con claridad: por la intervención de otras grandes potencias que han visto la posibilidad de extender su campo de influencia en la comunidad internacional, con el consiguiente interés económico que tienen los fabricantes de armamentos, al lograr que “más guerras les signifique más incremento en sus ganancias”, todo ello en contra de la paz y el buen vivir de la sociedad de naciones.
A este respecto, igualmente, la ONU debe garantizar que, desde el punto de vista geopolítico, ningún país del mundo se sienta amenazado por su vecino, permitiendo que no se fomenten ni se promuevan condiciones que desequilibren el buen ejercicio de las relaciones internacionales bilaterales. Razón por la cual, tan negativo es que un sector de grandes potencias apoye a un país en conflicto como el sector de potencias opuestas lo hagan con el otro. Por lo tanto, desde las Naciones Unidas se debe asegurar la no intervención para procurar la derrota o el triunfo de una de las partes, sino para evitar que el conflicto se extienda en el tiempo y en sus efectos.
En consecuencia, si los billones de dólares que se gastan en atender estos tres eventos antes mencionados se invirtieran mejor en alimentación, salud, educación y seguridad en el mundo, se podría así asegurar un futuro distinto para la humanidad. En ese camino debe orientar su funcionamiento la Organización de las Naciones Unidas.
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