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La hora menguada del Partido Demócrata

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Fecha Publicación: 16/07/2024 - 21:40
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Nada es más trágico en una campaña electoral que ver crecer sin detención al rival político y no saber cómo contenerlo, y mayor es la tragedia si la expectativa por conocer quién será ungido presidente, acaba tempranamente, ante la evidencia incontrastable de conocer con mucha anticipación un resultado decantado que, hasta desaparece a la infaltable adrenalina política propia, de la pugna por ganar el poder democráticamente.

Bueno, pues esa es la tragedia política que se vive en el Partido Demócrata de los Estados Unidos de América, el partido político activo más antiguo del mundo, pues fue fundado el 8 de enero de 1828 –hace 196 años, cuando en el Perú gobernaba José de la Mar y Cortázar (1827-1829)–, por los adictos de Andrew Jackson, aunque resultará relevante mirar sus orígenes y hallar que se encuentra en el Partido Demócrata-Republicano de Thomás Jefferson y James Madison, celebradas figuras de la independencia de la nación que se convertiría en el siglo XX en el hegemón del mundo hasta hoy, aunque es verdad que seriamente disminuido, pero superpotencia de todas maneras (China, India y Rusia son grandes potencias, que es distinto).

No me referiré a las fortalezas del expresidente Donald Trump para ganar la contienda electoral de noviembre de este año –las abordaré en otra columna–, para explicar la caída libre de Joe Biden, actual presidente de los Estados Unidos de América, porque francamente, aunque concomitante, en realidad el declive de Biden es independiente de las virtuosidades y de la suerte del magnate expresidente que salvó de morir en un reciente atentado contra su vida en Pensilvania. Antes que suceda lo que vimos a Trump y condenamos, por supuesto, ya se había producido una profunda crisis entre los demócratas luego de la vapuleada de Trump a Biden, durante el primer debate que sostuvieron en la campaña electoral. De hecho, se alzaron voces importantes entre los demócratas para señalar la necesidad de reemplazar con urgencia a Biden que aparece cada vez más sin reflejos como para doblegar a Trump. En el fondo se trata de la figura política más importante de la Nación más poderosa del planeta que no puede darse el lujo de mostrarse vulnerable y dominado por el embate de la longevidad que, aunque es una etapa bendecida y cálida de la vida, desde el realismo político, que es lo que me gusta compartir con mis alumnos, emergen como enormes desventajas y no solo para la persona del presidente de los Estados Unidos, sino para el propio país que es lo más complicado y hasta más grave, mirando la dinámica del poder mundial que sigue monopolizando Washington en su referida condición de hegemón. Los demócratas solo tienen una alternativa: convencer a Biden que tire la toalla, esforzándose para que no se le vea como inexorablemente se lo verá, es decir, como derrotado. Sacarlo de otra manera, aunque es una posibilidad en el marco de la Convención demócrata, se podría ver muy mal para un partido y para un país en el que la democracia es su mayor virtud político-social histórica. Veremos qué sucede al Partido Demócrata en su hora política menguada.

(*) Excanciller del Perú e Internacionalista

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