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La guerra y la paz

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Fecha Publicación: 08/10/2025 - 21:20
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En los últimos tiempos, están ocurriendo hechos admirables cuyas dimensiones podrían superar la obra maestra de León Tolstói. El presidente Trump estaría logrando la paz en Gaza, y mejor aún, con la posibilidad de asegurar una convivencia humana entre el pueblo palestino y el Estado de Israel, cuyo origen histórico se remonta a la Biblia. En términos más recientes, proviene de la carta que en 1917 el gobierno británico envió a Lord Rothschild, comprometiéndose a establecer un hogar nacional judío en Palestina, entonces una provincia del Imperio Turco Otomano.
¿Qué nos ha llevado a este trance histórico que podría resolver uno de los conflictos más trágicos de la historia humana? La gran lucha europea —luego denominada Primera Guerra Mundial cuando Estados Unidos, en 1917-1918, se inclinó a favor de la alianza franco-británica— tuvo su origen en errores en los Balcanes. En efecto, la monarquía imperial rusa tomó la fatal decisión de apoyar al grupo terrorista serbio La Mano Negra. ¿Qué pudo llevarla a semejante error, cuando la tensa paz favorecía sus intereses mediante una liga de monarquías dinásticas? Es una pregunta difícil de responder, más allá de la rivalidad militar y la ambición territorial.
El Tratado de Versalles condujo a una paz bajo liderazgo franco-británico, con la autoexclusión de Estados Unidos, la derrota de Alemania, la disolución de Austro-Hungría, el aislamiento de la Rusia comunista y el apoyo entusiasta de América Latina como actor menor. Sin embargo, la humillación germánica favoreció el surgimiento del nazismo hitleriano en los años treinta. En menos de siete años, Alemania se convirtió en la potencia central del continente, descolocando a Francia y Gran Bretaña, e invadiendo Polonia con la colaboración de Stalin a través del Pacto Ribbentrop-Mólotov.
Estados Unidos se mantuvo al margen, observando los avances de Japón en Asia. El triunfo alemán parecía inevitable, pero dos factores cambiaron el curso: la resistencia heroica de Gran Bretaña, liderada por Churchill, y el deseo irracional de Hitler de aniquilar a su aliado soviético. Esto, unido a la segunda intervención estadounidense en Europa, condujo a la derrota de Alemania y a la rendición japonesa tras el lanzamiento de las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki.
Desde entonces, vivimos bajo un orden jurídico supuestamente garantizado por las Naciones Unidas. En la práctica, existen regiones donde reina la anarquía. Estados Unidos busca restablecer el orden de 1945 bajo su liderazgo y ha trazado un plan de paz en Gaza que asegura el dominio de Israel y la subsistencia del pueblo palestino como nación vasalla.
El mundo tendrá que aceptar esta realidad, confiando en que la ONU, como instrumento jurídico estadounidense, nos mantenga alejados de la destrucción total. Mientras tanto, zonas simbólicamente importantes como Gaza quizás encuentren una tregua que las salve de la aniquilación. En esa situación se encuentra el mundo, y por cierto, también los países latinoamericanos al sur de Estados Unidos.

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