La guerra a muerte
Irán e Israel están enfrentados en un conflicto que puede ser calificado como terminal entre ambos países, que solo conducirá a que uno destruya por completo la capacidad defensiva u ofensiva del otro. En este contexto, el asesinato de actores militares y científicos se considera una legítima acción de guerra. ¿Por qué?
A simple vista, si examinamos un mapa del Medio Oriente, notamos que ambos países no son vecinos y están separados por Siria, Jordania e Irak. No existe una contención geográfica o territorial que afecte su existencia. Irán e Israel no compiten por fuentes esenciales como agua o energía. De hecho, desde 1948, año en que Israel proclamó su independencia, hasta 1979, cuando ocurrió la revolución islámica en Irán y cayó el Sha, ambos países mantuvieron relaciones pacíficas.
Hoy la situación es completamente distinta debido a la agresión del grupo terrorista Hamás contra Israel, que generó una fuerte respuesta militar sobre la franja de Gaza, donde viven cerca de dos millones de palestinos que han sido las principales víctimas del conflicto. Desde 1948 hasta la fecha, Israel y sus vecinos árabes han tenido al menos seis guerras: la de 1948/1949 que aseguró la independencia de Israel, la de 1956, la de 1967, la de 1973 o de Yom Kippur —en la que Israel tomó el Sinaí hasta el canal de Suez—, otra en 1982 por el Líbano, y varias más que hacen difícil contar todos los enfrentamientos.
No obstante, con la mediación del presidente estadounidense Jimmy Carter, se logró un acuerdo de paz entre Israel y Egipto, mediante el cual Egipto recuperó la plena operación del canal de Suez. Como consecuencia de los acuerdos de Oslo, Israel mantiene relaciones relativamente pacíficas con varios de sus vecinos: Egipto, Jordania, Arabia Saudita y Siria, hoy debilitada tras la dictadura de Bashar al-Ásad. Líbano, sin gran capacidad ofensiva, ha sido parcialmente controlado por Hezbolá.
¿Es imposible la paz en Medio Oriente? Actualmente, estamos ante un conflicto en curso. Israel ha destruido instalaciones iraníes de enriquecimiento de uranio, esenciales para la producción de armamento nuclear. El ataque tuvo un gran impacto, pero Irán mantuvo su capacidad de respuesta con bombardeos sobre Tel Aviv y otras ciudades israelíes.
¿Y el Consejo de Seguridad de la ONU? Poco puede hacer, pues está paralizado por el veto de Rusia y China, países que, en distintos niveles, respaldan a Irán. Rusia está enfrascada en su guerra contra Ucrania, mientras China sigue centrada en negociaciones comerciales con Estados Unidos. Por su parte, EE. UU. apoya a Israel y propone tímidamente algún plan para reconstruir Gaza y asistir a su población, las verdaderas víctimas de este eterno conflicto, que parece una maldición perpetua.
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