La gran demanda minera
Vengo participando 20 años en PERUMIN y más de una década en EXPOMINA, las dos convenciones y ferias mineras de mayor relieve en nuestro país. Mi fe sobre la importancia trascendental de esta industria en la generación de valor, empleo, crecimiento económico, bienestar, inclusión y sostenibilidad se incrementa a medida que descubro los nuevos paradigmas de las empresas que dejan atrás siglos de explotación, contaminación, depredación territorial, maltrato laboral y humano.
Porque hoy ningún emprendimiento minero en el mundo tiene éxito si evita adoptar el factor social como eje principalísimo de su actividad. Los estándares ambientales, laborales y de relacionamiento comunal han cobrado una altura necesaria y los mercados formales los exigen para los encadenamientos productivos.
El problema radica en el lado oscuro de la minería: la informalidad y las prácticas ilegales a las que ya muchos llaman “prácticas criminales” por ser más preciso. Se ha llegado a romantizar a este sector con los mismos argumentos esgrimidos por la izquierda de los años 80 del siglo pasado para explicarnos el asalto del terrorismo a la vida democrática del Perú: la marginalidad y la pobreza. Sin embargo, el proceso de acumulación de estas mafias es de tal magnitud que ahora se permiten financiar bandas armadas internacionales para proteger su vil negocio, igual como antes lo hacía el narcotráfico en provecho de los subversivos.
Aunque los dueños de la narrativa antiminería se empeñen en colocar los reflectores sobre la minería formal y busquen adjudicarle los peores latrocinios, lo cierto y evidente es que las prácticas criminales en este ámbito merecen toda la luz de nuestro repudio y la acción represora del Estado.
PERUMIN 37 Convención Minera, la cual culminó sus actividades el pasado viernes 26 en Arequipa con más de 70 mil participantes, tuvo entre sus ejes temáticos el crecimiento de la demanda de los denominados minerales críticos (aquellos esenciales para la economía y la seguridad nacional, vitales para la fabricación de tecnologías clave, especialmente las de energía limpia como vehículos eléctricos y paneles solares) y la escasa oferta de los mismos por su baja productividad. Nuestro país es el que cuenta con las mayores reservas en el mundo de uno de esos minerales: el cobre. Sin embargo, el exceso de trámites (administrados por más de una docena de entes públicos) y la intermediación política de personajes que ganan la mente de los pobladores en las zonas de influencia generando mitos y falsedades, impiden nuestro avance. La condición privilegiada de la cual todos los peruanos obtendríamos un provecho inconmensurable podría naufragar si no garantizamos la operatividad de la extracción del cobre y otros importantes minerales.
Es ahora o nunca. La maldición histórica de perdernos oportunidades por obra de activistas ideologizados y perversos debe romperse con mucha energía y convicción.
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