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La geografía del descontento

Fecha Publicación: 26/10/2019 - 19:10
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Chile es considerado el país económicamente más desarrollado de América Latina: miembro del exclusivo club de los 36 de la OCDE (Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos), el más estable, primer productor de cobre, el que mejor se ha posicionado globalmente, el gran inversor en lugares como el Perú y, en definitiva, el motor de una riqueza que los demás no han podido alcanzar.

Hasta hace poco, en las redes sociales circulaba un video muy sugestivo en que Chile se mostraba como un país en las antípodas de Venezuela, precisamente por su bienestar y desarrollo económico. Nadie podía sospechar, ni más remotamente, que la subida de los pasajes del Metro desataría tal violencia que hasta el momento ha causado numerosos heridos y 16 muertos, entre ellos tres peruanos.

Las interpretaciones sobre lo que sucede son varias, pero lo cierto es que esta violencia ha cambiado los planes del gobierno, y de la misma ciudadanía que, en muchos casos, ha suspendido actividades y viajes previstos, por lo grave de la situación y el temor a que se tomen las fronteras del país, e inclusive el aeropuerto internacional, según testigos.

Maduro y la ultra izquierda latinoamericana, socios del Foro de Sao Paulo y ahora, acogidos por López Obrador, Presidente de México, en el Foro de Puebla, son los primeros que se han querido aprovechar de los sucesos de Chile, lo mismo que los de Ecuador y Bolivia; así como del cierre del parlamento peruano. Públicamente, han amenazado con incendiar también Colombia y Brasil.

Si abonamos esta tesis, estaríamos ante una escalada de violencia emanada de la cúpula de la ultra izquierda latinoamericana liderada por Venezuela y Cuba, aplaudida por México y todos los representantes del Foro de Puebla; así como también por la Comisión de la ONU para los DD.HH., precisamente, encabezada por la Michelle Bachelet, ex presidenta de Chile.

¿Pero cómo saber si es así, o es que se suben al carro de los violentos manifestantes para ganarse bastante o alguito?
Otra tesis es aquella que el mismo Ángel Murria, secretario general de la OCDE, y otros líderes sostienen como la causa de la sorpresiva escalada latinoamericana: la vulnerabilidad de la clase media. Es decir, la inestabilidad económica sumada a las grandes desigualdades que muchas veces, no mengua con el éxito económico; sino que más bien convierte a la clase media en pobre y enriquece más la punta de la pirámide.

Esta parece ser la tesis del gobierno de Chile que ha recurrido al Congreso para apurar las reformas, como congelar el alza del transporte, de la electricidad, mejora de los servicios públicos de salud, ajustes al salario mínimo, aumento de las pensiones a los jubilados y, sobre todo, la reducción de la jornada laboral a 40 horas, con el apoyo de todos los partidos políticos.

Latinoamérica retrocede o se para, desde el punto de vista de su desarrollo económico, porque junto a este crecimiento, del que también ha sido partícipe el Perú, no hay un acompañamiento de las necesarias reformas sociales que ofrezcan al ciudadano mejores condiciones de vida: empleos dignos, más protección social en temas de salud y educación, atención al impacto ambiental y social. Es decir, una apuesta por el desarrollo sostenible que es una apuesta por el largo plazo.

La pregunta final es: ¿por qué los gobiernos tienen que esperar a que haya protestas, cierre de carretera, muertos y heridos, para recién correr a trabajar reformas sociales tan necesarias?

(*) Profesora en CENRUM PUCP