La generación equivocada le hace ascos a Cayo por blanca y exitosa
“Se metieron con la generación equivocada”, tuiteó Stephanie Cayo en medio de la movilización de jóvenes hueveros en contra de la vacancia del lagarto Martín Vizcarra -por haber recibido coimas de empresas del ‘Club de la Construcción’ a cambio de obras públicas- y la posterior asunción constitucional de Manuel Merino a la Presidencia.
Ella fue una de los miles de muchachos desinformados que subieron a sus redes un gráfico negro con letras blancas que rezaba “Merino no me representa” o “Merino renuncia ya”. Ahora este mismo grupete la ha agarrado de piñata por protagonizar la primera película peruana de Netflix: Hasta que nos volvamos a encontrar.
Según estos RESENTIDOS, por blanca, linda y exitosa, Cayo no representa a la mujer nacional. Lo cierto, sin embargo, es que en el filme la actriz es el espejo de esos caviares ambientalistas que viven como hippies gracias a herencias familiares. Estos termocéfalos rechazan todo tipo de desarrollo, pues ignoran que la modernidad puede convivir con la naturaleza. En este material audiovisual en particular, Stephanie Cayo cuestiona que se construya un hotel de lujo en Cusco aduciendo que la ciudad no vive del turismo. ¡Una total mentira, por supuesto!
La película, cabe remarcar, es un bodrio. Se trata de una comedia (?) romántica que no vale la pena perder el tiempo mirándola, pero los caviares solo ven forma y no fondo, y chillan reclamando que, en vez de la famosa Cayo, debió actuar alguna actriz andina a quien solo conoce su familia. Pero lo más delicioso de todo es que, ante tanto lloriqueo zurdo, el filme está en tendencias en varios países de Latinoamérica, como México por ejemplo. ¡Que les arda, “rojitos bien”!
Y hablando de caviares, el último fin de semana reapareció Francisco Sagasti con la receta para acabar con la crisis política. Dijo, en ‘Cuarto Poder’, que la solución es recolectar unas 75,600 firmas ciudadanas para presentar un proyecto de reforma constitucional que acorte el periodo presidencial y congresal. Lo que omitió convenientemente fue que dicha iniciativa debe pasar antes por el Parlamento, en donde se decidiría si va a referéndum o se aprueba en dos legislaturas.
Evidentemente, lo único que pretende Sagasti es lucir como el anciano sabio, allanando el terreno para postular en los siguientes comicios. El morado debería responder, más bien, sobre por qué bajó la valla para que personajes como Bruno Pacheco pudieran ocupar el cargo de secretario general del Despacho Presidencial. Fueron los caviares los que llevaron en hombros a Pedro Castillo a Palacio de Gobierno, así que su panacea pueden hacerla rollito y guardarla donde mejor crean conveniente.
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