La fascinación por el poder
“Quien lo prueba no lo deja”, frase coloquial que bien podríamos aplicar en época electoral, donde apreciamos a lo largo y ancho del país, los rostros de siempre, los mismos nombres, los mismos apellidos, buscando postular a un cargo de elección popular, sin dejar pasar siquiera lapsos de tiempo y muchos lastimosamente viviendo en un universo paralelo, desconectados del sentir del pueblo, el cual ofrece una alta resistencia a cualquier modalidad de reelección, porque si bien actualmente dicha figura no está permitida, la restricción solo es al mismo cargo de forma inmediata, pero no se prohíbe otras modalidades; están por ejemplo los que en ejercicio de una regiduría municipal ahora van por la alcaldía, o una consejería regional o de ésta saltar a gobernadores o congresistas y viceversa, o tentar ser vicepresidentes o presidentes de la República, “lo que fuere”, con tal de estar vigente en el escenario nacional gozando de las prerrogativas de un cargo en las altas instancias de la Administración Pública que los convierte automáticamente, se quiera o no, en una ÉLITE, esto es, una minoría selecta respecto al resto de la población. Algunos considerarían esto como la “fascinación por el poder”, la atracción irresistible de integrar una clase privilegiada, aunque ésta tenga plazo cierto de expiración.
Convengo que la “experiencia” en el desempeño de una función pública es necesaria sobre todo para el cargo de congresista, a fin de garantizar la calidad de leyes y un eficaz control político en el Legislativo, habida cuenta de lo que actualmente estamos viviendo con la aprobación de normas populistas o de contrarreforma de determinadas Políticas Públicas. De ahí que muchos politólogos fueron contrarios a prohibir la reelección inmediata de parlamentarios, la que vía referéndum fuera dejada sin efecto abrumadoramente. Sin embargo, estimo que el factor “experiencia” se puede alcanzar con la renovación por tercios del Congreso y restituyendo el Senado, reformas no muy populares pero necesarias para la salud democrática de nuestro país.
En lo particular, me tomo mi pausa, después de las Elecciones Generales del 2011 donde salí electa congresista de la República, para luego ejercer cargos de ministra de Estado, he dejado pasar varias contiendas electorales sin presentarme a cargo alguno, abocada a mi familia y a mi ocupación de notaria, en ese orden; ahora en vísperas del 2021 algunos partidos políticos han contactado conmigo, no obstante la sola posibilidad de volver a postular después de estos años me lo medito bien, no se trata de mí, sino del PERÚ, lo que le sea mejor, sobre todo en las actuales circunstancias de emergencia sanitaria y recesión económica. Lo idóneo sería que surjan nuevas generaciones de políticos, principalmente mujeres, ahora que el camino está más parejo con la paridad y alternancia en la conformación de las listas, aunque aún falta la eliminación del voto preferencial. Todo tiene su tiempo, a la patria se le sirve desde cualquier posición.