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La ética como norma moral de conducta

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Fecha Publicación: 04/02/2024 - 22:20
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Se entiende que la ética es la rama de la filosofía que estudia la conducta humana, lo correcto y lo incorrecto, lo bueno y lo malo, la moral, el buen vivir, la virtud, la felicidad y el deber ser.

La ética se divide en la metaética que estudia el origen, naturaleza y significado de los conceptos éticos, la ética normativa busca normas o estándares para regular la conducta humana y la ética aplicada examina controversias éticas específicas.

La ética y la moral son conceptos relacionados, pero se diferencian en que la ética es la disciplina académica que estudia la moral. La ética no inventa los problemas morales, sino que reflexiona sobre ellos. Las acciones relevantes para la ética son las acciones morales, que son aquellas realizadas de manera libre, ya sean privadas, interpersonales o políticas. La ética no se limita a observar y describir esas acciones, sino que busca determinar si son buenas o malas, emitir juicio sobre ellas y así ayudar a encauzar la conducta humana.

La palabra “ética” proviene del griego ethos y significa carácter, comportamiento. Aristóteles, asoció el comportamiento ético al medio para alcanzar la felicidad, según su ensayo Ética a Nicómaco.

Como es el estudio del comportamiento humano, la ética se ocupa de las relaciones personales de cada persona y en un sentido más amplio, de los vínculos colectivos. Por lo tanto, se trata de un concepto que aplica en la conducta de diversas profesiones, como médicos, abogados, periodistas, e incluso en la política.

El estudio de la ética pretende descubrir qué hay detrás de la forma de ser y de actuar de la persona al tiempo que trata de establecer “reglas” de lo que es “bueno” y lo que es “malo”.

En ese sentido, la importancia de la ética radica precisamente en saber qué está bien y qué está mal como individuos y como sociedad, mínimamente civilizada, en donde el respeto debe y tiene que prevalecer.

La ética también orienta el orden jurídico y legal de las naciones. Según el filósofo alemán Leibniz, el Derecho y las leyes deben seguir tres preceptos éticos básicos: no dañar a nadie; asignar a cada uno lo que le corresponde; vivir honestamente. Por lo tanto, la organización y la seguridad de las sociedades también se basan esencialmente en la ética, palabra hoy extraña para muchos desbocados…

Estamos convencidos del valor de la Libertad de Prensa en todas sus formas en que se le considere y cualquiera sea el medio empleado. Su práctica responsable es una de las mayores garantías para el Estado de Derecho, la democracia, la justicia, la paz y los derechos humanos.

Para asegurar el fiel cumplimiento de los deberes y los derechos de los periodistas, así como de las empresas a cargo de los medios de comunicación social, no es suficiente la ley como expresión de Derecho Positivo. La experiencia demuestra que muchas veces la ley trastoca su natural aspiración de lo justo.

Es entonces cuando se advierte la conveniencia que los propios periodistas y los medios de comunicación social se impongan espontánea, conscientemente, reglas de conducta profesional que regulen el trabajo y sirvan para su auto-disciplina, sobre la base de lo más perfecto que puede tener el hombre: la moral. Y ello porque es imposible negar que se suele transgredir esta norma en perjuicio de las personas y de la sociedad, destinataria directa del servicio de la prensa.

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