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La estrategia de la barriga llena

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Fecha Publicación: 22/05/2022 - 22:54
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Esta semana reinicié mis actividades promocionales de pescados, mariscos y makis en las redes sociales. Tuve diversos comentarios, pero me llamó la atención uno en el que me preguntaban “qué hacía metido en temas gastronómicos cuando mi trayectoria estuvo ligada a la política”. Luego de leerlo me sonreí ya que la comida y la política están ligados al cien por ciento.

Durante mis oficialías mayores usé la comida como parte de una estrategia de reducción de ansiedades e ímpetus de los congresistas, dirigentes gremiales y visitantes. Para empezar diversos parlamentarios luego de sus viajes a sus regiones, tenían la gentileza de regalarme chancays, quesos, alfajores, chaplas, mantequilla, chocolates, etc., que de inmediato iban a unas gavetas o al pequeño refrigerador de la oficina para luego ofrecérselos a mis visitantes.

Los parlamentarios no siempre llegaban de buen humor, así que luego de un pequeño lapso les ofrecía alguna bebida y de inmediato los conducía al lugar donde estaban todos los productos que me llevaban los parlamentarios para que escojan con qué deseaban acompañar su café o gaseosa.

Ya durante la conversación el mal humor descendía, pero resulta que, en plena charla, llegaban otros congresistas de diferentes bancadas y sin que esté planificado, la reunión se ampliaba y todos reunidos conversábamos sobre diversos aspectos del quehacer político y parlamentario.

Dichas reuniones eran provechosas para todos ya que ellos reducían sus diferencias políticas y yo me nutría de sus inquietudes para mejorar la marcha administrativa del Congreso.

Lo mismo pasaba cuando llegaban dirigentes gremiales luego de realizar sus marchas y deseaban conversar con el presidente del Congreso; ellos llegaban sudorosos, cansados y de mal humor, en ese caso los invitaba a pasar a mi oficina para que sientan un ambiente fresco por el aire acondicionado y les ofrecía gaseosas heladas y sándwiches para que se calmen y luego de ello recién pasaban al despacho del presidente para que la charla se desarrollara en un ambiente de tranquilidad.

En los Consejos Directivos y Junta de Portavoces era lo mismo; la comida hacía bajar las tensiones y las sesiones eran más tranquilas y los acuerdos podían fluir sin contratiempos.

Entonces, para quienes dicen que la comida no tiene que ver con la política están muy equivocados. La comida baja la ansiedad, calma los ánimos y es una herramienta para ser usada en las negociaciones políticas. Una cosa es discutir con el estómago vacío y otra cuando la panza está llena, ¿sí o no?

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