La épica de lo cotidiano
La última vez que la vi fue en el II Encuentro Latinoamericano de Poetas Jóvenes Poquita Fé, el 2006, en Santiago de Chile. Héctor Hernández Montecinos le había publicado “La ciudad Lucía”, un poderoso libro que la afirmó como una de las poetas más importantes de nuestra generación. A ellos no los veía desde el Festival Gabo, octubre del 2022, en Bogotá.
Esa noche celebramos el cumpleaños de Paul Brito, a quien conocí gracias a Andrés Mauricio Muñoz. Andrés Mauricio se retiró antes de las 11 porque trabajaba temprano. Me quedé con Paul y Erick Duncan. Los tres cruzados por el mismo dolor: la muerte de nuestras madres. Andrés Mauricio y Paul, ambos editados por Seix Barral, son dueños de una trayectoria impresionante. Paula Ilabaca es Premio Pablo Neruda, Muñoz es Premio Literario Fundación Gilberto Alzate Avendaño, y Paul es Premio Nacional de Cuento.
Gracias a la XIII Feria del Libro de Nuevo Chimbote, organizada por su municipalidad distrital, he vuelto a reunirme con los tres. El jueves tuvimos un conversatorio sobre el proceso de construcción de personajes en la literatura latinoamericana. Ha sido sorprendente coincidir en la elección de protagonistas que, a diferencia de los Jean Valjean, Rosendo Maqui o el coronel Aureliano Buendía, responden a una cotidianidad que no busca dimensiones épicas, sino que se detienen en seres ordinarios cuyas vidas son narradas de forma extraordinaria. En “La mujer del río”, la novela de Ilabaca, el protagonista es una detective que durante la investigación se interpela a sí misma, poniendo en evidencia una sociedad marcada por el abuso en un contexto recuperado por una novelista que apuesta por la reconstrucción de la memoria.
En “La vida no es un ensayo”, de Paul Brito, el narrador comparte sus reflexiones en torno a la literatura, partiendo de una plataforma filosófica que busca más que detenerse en el movimiento, explorar su continuidad. “Los desagradables” es la más reciente novela de Andrés Mauricio Muñoz. Su protagonista es un ser ordinario que hace de la historia la ejecución cíclica de una vida marcada por la inanición del carácter.
Muñoz se vale de los recursos de esta época para mostrarla sin máscaras: el mundo de apariencias y mentiras que se apertrecha en las redes sociales. Alguna vez imaginamos que el reencuentro sería en Lima. No fue así. Se dió aquí, en Nuevo Chimbote, en esta tierra de emprendedores, en esta región donde palpita el entusiasmo de Jaime Guzmán Aranda, la poesía de Juan Ojeda y las deslumbrantes historias de Carlos Eduardo Zavaleta y Oscar Colchado Lucio. Gracias por este abrazo que confirma los versos de Juarroz: “la forma del comienzo tercamente escondida detrás de los finales”.
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