La elección Frankenstein de Vizcarra
Desde el instante en que el mandatario golpista convocó a elecciones de congresistas para que desempeñen año y meses de funciones, descalificamos a este proceso. No solo por tonto sino por inconstitucional. Como su razón de ser: la antidemocrática clausura del Parlamento Nacional. Más aún, semejante mascarada de Estado de Derecho –hacerle creer a los peruanos y a la aldea global que la autocracia de Vizcarra responde a un régimen de gobierno afín a la Carta Magna y respetuoso de la democracia- revela la tesitura déspota de un mandón golpista. Hoy comprobamos que estos comicios tramposos corresponden a una estrategia perversa de Martín Vizcarra para formar un Legislativo a su medida. Probablemente para que, apenas instalado, plantee la reforma de nuestra Constitución, teniendo como premisas fundamentales la reelección presidencial y el cambio del régimen económico.
De esta manera el golpista Vizcarra podría perpetuarse en el poder -al estilo chavista- y, a contramano, cedería el control del régimen económico a la izquierda, para que regresen esas depredadoras empresas públicas. Y que empiece nuevamente el círculo vicioso de las ineficiencias; los compadrazgos; las planillas abarrotadas de ganapanes amigotes del jerarca de turno; los toma-y-dacas; los déficits fiscales para pagar créditos de empresas públicas garantizados por el Estado; la maquinita del BCR puesta al servicio de los burócratas encargados de unas empresas inservibles que suman a sus etiquetas el nombre Perú; el abultamiento de la deuda externa; y todos los demás etcéteras que recordamos de la letal experiencia del Estado empresario implantado por la izquierda a través de Juan Velasco -en el fondo, otro golpista como Vizcarra- quien contribuyó a llevar al Perú a la peor quiebra de su historia.
Pero para concretar esa “nueva constitución” -que permita la reelección del autócrata y reabra las puertas al Estado empresario- el golpista Vizcarra necesita acomodar las fichas electorales para forjar un Congreso a la medida. Para ello le urge alguna manito del Jurado Nacional de Elecciones JNE. En este caso, es probable que aprovechando la “casualidad” que, hace poco, apareciera el audio de una conversación entre César Hinostroza y Víctor Ticona -presidente del JNE a quien por ello lo investiga la Fiscalía-, Ticona se vea “obligado” a quedar bien con Vizcarra para no verse encerrado pronto. Y que la moneda de cambio que Ticona estaría ofreciéndole a Vizcarra para salvarse sea esta escandalosa “depuración de candidatos” que, sospechosamente, arrasa demasiados postulantes que, de pura “casualidad”, en su mayoría son de la oposición.
Según experimentados en la materia el autócrata Vizcarra está aprovechándose de su ambigua “reforma política”. Una enmienda que estableció reglas turbias al seleccionar a los postores, para tener margen de maniobra y consolidar a quienes respalden los planes oficialistas o sacar a quienes opinen diferente. De acuerdo a Ángel Delgado, estudioso serio, Vizcarra cambió la legislación electoral creando, en esencia, una contrarreforma que “en vez de favorecer la participación política para quienes postulen a algún cargo público, la restringe de modo absurdo”.
Prepárese amable lector para unas elecciones Frankenstein que hundirán más al país.