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¡La dictadura de los caviares!

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Fecha Publicación: 25/07/2024 - 23:00
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La destrucción de nuestro Estado ha llegado a tal extremo que un policía mantiene en vilo a la jefa del Estado, a su ministro del Interior y al poder Judicial.

Lo hace a través de ese ahora todopoderoso Ministerio Público, convertido en vil mecanismo chantajista desde donde los caviares manipulan el mando político del Perú. Como ocurrió en tiempos de las peores dictaduras, cuando secuestraban el mando que le correspondía ejercer, en exclusivo, al gobierno electo en libertad por la mayoría de los peruanos.

¡El cinismo izquierdista no tiene parangón! Gentuza que pregona ser defensora de la democracia y el Estado de derecho, para lo cual mendigan centenares –acaso miles– de millones de dólares anualmente a las ONG –operadas por los principales magnates del planeta– para que colaboren con la mafia caviar peruana a efecto de “batallar contra la dictadura”, como gustan llamar a aquellos regímenes que no permiten la intromisión de los caviares en la conducción del Estado. En síntesis, amable lector, la única dictadura instalada en este país, desde inicios de este milenio, es la dictadura de la camorra caviar.

Cuando señalamos que un policía mantiene amenazada, coaccionada, hasta chantajeada a la jefa del Estado –en este caso, Dina Boluarte- junto con otros funcionarios de su régimen como su ministro del Interior– nos referimos al inefable Harvey Colchado.

Policía que saltó a la fama vestido de paisano para ejecutar una orden policial: violentar la puerta del domicilio de la mandataria Dina Boluarte, protagonizando una espectacular escena que acabó divulgada por el mundo entero. De esa manera, Colchado contribuyó mediáticamente al objetivo caviar: destruir la imagen de la presidenta de la República, y proyectar otro circo en el Perú.

Como el que montaron los caviares en noviembre de 2020 para elegir presidente del Legislativo al pedante Sagasti y, posteriormente, delegarlo como jefe del Estado para hacerse ellos de todo el poder. Es lo máximo a lo que aspiran estos fracasados, pues jamás han sido elegidos a través del voto secreto del pueblo.

Bajo esta misma premisa, los caviares desmontaron todo el aparato estatal que encontraron vigente cuando, el 28 de julio del año 2000, secuestraron a Alejandro Toledo con promesas de pago a través de su defensa mediática.

Para ello, los caviares tuvieron a su mando las direcciones de los diarios El Comercio, La República, Correo, Perú21; y de los canales 2, 4, 5, 8, 9, promoviendo a través de ellos marchas callejeras disfrazadas de respaldo popular.

Toledo se dedicó a festejar las 24 horas del día sus cinco años de gloria, endosando todas sus responsabilidades presidenciales a la mafia caviar encabezada por Gorriti.

Hoy, esa camorra busca perennizarse. ¡Esta vez, calibrando el apoyo que les ofrecería el canalla Martín Vizcarra, en caso consiga el triunfo electoral en 2026; a cambio del respaldo que recibiría del aparato chantajista que tienen los caviares en el Ministerio Público! Vale decir, los caviares persisten en continuar eternizándose en el poder a través de un Ministerio Público chantajista, que controla los poderes del Estado. ¿Seguiremos permitiéndoselo tan cándidamente?

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