La desgracia de no ser nacionalistas
El Gobierno decidió observar la propuesta legislativa que declaró feriado nacional no laborable el 7 de junio en que recordamos la Batalla de Arica y celebramos el Día de la Bandera. Se ha argumentado que “el mejor homenaje será trabajando pues el país no puede parar”.
No me sorprende porque es el mismo que he escuchado en todos los años que vengo impulsando para que sí lo sea por conferencias en universidades y colegios y por columnas en diarios y revistas, al considerarlo necesario para fortalecer nuestro ego nacional, fundado en el amor a la patria, y con ello, llevar adelante nuestra construcción como Estado hacia el desarrollo que no hemos alcanzado.
Lo cierto es que volvemos a dispararnos a los pies, confirmando que no somos un país nacionalista. ¿Cuál es la razón para que esta magna fecha sea declarada, entonces, día feriado nacional no laborable? Su trascendencia histórica con enorme legado para el imaginario de los peruanos está, de un lado, en la extraordinaria gesta llena de DIGNIDAD NACIONAL por el coronel Francisco Bolognesi y de sus hombres en el Morro de Arica, que dos días antes respondió al emisario chileno, Juan José de la Cruz Salvo, de que no entregarían en acto de rendición la Plaza, inmortalizando la frase “Tengo deberes sagrados que cumplir y los cumpliré hasta quemar el último cartucho”; y, de otro, el VALOR Y ARROJO del coronel Alfonso Ugarte -pudo haber preferido otro destino siendo rico- que para evitar que la bandera nacional cayera en manos del enemigo en la batalla -era el signo de la victoria en los usos y costumbres de la guerra-, prefirió lanzarse con su caballo desde lo alto del morro.
Ambos episodios, junto a los de Grau, que yacen inscritos en nuestra memoria personal y colectiva desde nuestra infancia, JAMÁS debemos soslayarlos. No es, entonces, un capricho de ociosos este anhelo nacional. No se dan cuenta de que expresar fidelidad y amor a la bandera, y reconocerla como el símbolo más excelso del Perú, es una tarea que se construye en la casa y fuera de ella por el Estado, con educación.
Los hijos que aman a sus padres serán siempre mejores ciudadanos y los que conduzcan el país, verdaderos HOMBRES DE ESTADO; aquel que es fiel a la bandera jamás será un traidor de su patria, de su jefe o de su amigo; y, aquel que profesa un juramento a la bandera, entiende lo que significa el cumplimiento de las leyes, tan pisoteadas. La economía crecerá por el feriado pues será potenciado el turismo interno, y sobre todo estaremos sembrando nacionalismo de verdad, y cosechando la unidad nacional como nuestra mayor riqueza, sino seguiremos sumergidos, como ahora, rechazando el feriado, en nuestra mayor desgracia de ser un país vulnerable y dividido.
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