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La Demoledora de Confianza

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Fecha Publicación: 26/08/2022 - 22:15
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Con ciertos dotes clarividentes, el 24 de marzo pasado, Castillo vaticinó una “demoledora campaña” en su contra. La advertencia la dirigió al pueblo y al Congreso dejándoles como tarea no creer en mensajes y montajes de audio/videos hasta entonces inexistentes. Una vez iniciadas las investigaciones a la cuñada de Castillo, él mismo dijo “hay un tema demoledor”. El rigor de nuestros pensamientos se expresan con palabras. En este caso, “demoledor” es el vocablo recurrente en la mente del mandatario desde aquel entonces y quedó como una fuente de inestabilidad política que genera desconcierto e incertidumbre en el país.

Castillo puso en marcha la demoledora de confianza. De forma específica, el gobierno ha buscado derribar la confianza política, que es entendida como cualquier evaluación favorable o atributo positivo que pueda tener una institución pública, por ejemplo, la transparencia, credibilidad, competencia y apertura frente a diversos puntos de vista. Esta conducta demoledora cobra intensidad en febrero cuando suscribió el decreto supremo ilegal que prohibe la tercerización, luego en abril decidió enviar al Congreso un proyecto de Asamblea Constituyente para la nueva constitución y, en los siguientes meses, promulgó nuevos decretos nocivos relacionados a las negociaciones y la sindicalización, así como otras regulaciones anti-inversión. El motor de la demoledora de confianza ha sido la notable falta de intención de consultar a todas las partes interesadas, especialmente si son empresas privadas.

Como resultado las expectativas de los empresarios peruanos es pesimista. Actualmente, tienen consenso en torno a que la inestabilidad política afecta directamente a sus empresas. Esta percepción del empresario es muy distinta comparada a la que tenían en gobiernos pasados cuando una crisis política era menos asociada al riesgo económico. Según la consultora Vistage, el 85% de los empresarios piensa que la economía está peor, a diferencia del 2021, debido al panorama internacional y en mayor medida por la situación nacional. Los empresarios se sienten atados frente a un marco regulatorio y normativo rígido que ha dejado de lado la promoción del empleo, la competitividad y el desarrollo de las industrias.

Para este gobierno las empresas privadas no existen. Los especialistas en política, Kenneth Newton y Pippa Norris, dicen “la confianza en las instituciones es el indicador central del sentimiento básico de los ciudadanos sobre su sistema político”. Con una proyección de crecimiento CERO para la inversión privada en el presente año según el Marco Macroeconómico Multianual 2023-2026, que recientemente ha publicado el Ministerio de Economía, no debería resultar un hecho inexplicable para el ministro Kurt Burneo que los organizadores del CADE 2022 no deseen la participación de Castillo, por más anti-protocolar que sea. El modo de sobrevivencia sigue siendo la normalidad para muchas empresas en este año. Esto se explica por la caída de la inversión privada, especialmente la minera, y, consecuentemente una reducción de la proyección del PBI de 3.6% a 3.3%.

La demoledora de confianza es una estratagema digna de los defensores que prefieren actuar bajo los principios del “Arte del engaño” de Sun Tzu. Estos principios son similares a los utilizados por el Príncipe de Maquiavelo. Por supuesto, la demolición centra su atención en su enseñanza más popular, “Divide y vencerás..., porque lo peor que un príncipe puede temer del pueblo, si este le es hostil, es que lo abandone, pero de los nobles si le son hostiles, no sólo debe temer que lo abandonen, sino que vayan contra él”. Lamentablemente, tal como dice en esta obra, el Príncipe de nuestros tiempos predica continuamente la paz y la lealtad, siendo en realidad un enemigo permanente de ambas.

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