La democracia peligra sin libertad de prensa

A casi dos meses de haber asumido la jefatura del Estado, el presidente Castillo y, en particular, su actual y polémico gabinete ministerial con su bancada partidaria en el Congreso, continúan sin trazar una acción de gobierno que permita identificar las más importantes medidas que, se supone, se deben de tomar para iniciar la solución a los graves problemas que aquejan el funcionamiento de nuestro país.

El “discurso político de plazuela” es lo que viene caracterizando la intervención de las autoridades integrantes del Poder Ejecutivo, con ofertas y promesas fácilmente digeribles por un desinformado auditorio que gusta de escuchar frases clichés, sin darse cuenta de que son únicamente buenas intenciones difícilmente ejecutables.

Es decir, nos quedamos con las expectativas de lo que se quiere hacer, pero sin conocer el cómo se pueden efectivizar o, lo que es lo mismo, volvemos a nuestra realidad política que es la de retornar a la época de la campaña electoral, en la que se presentan muchas propuestas, pero sin especificar la forma de implementarlas.

Hasta estos momentos, no hay nada nuevo que se “concrete” (palabra hoy muy usada en el verbo presidencial), que nos permita visualizar el cómo se prepara la administración pública para enfrentar la tercera ola de covid-19, la inseguridad ciudadana en franco crecimiento, la inestabilidad económica con un directorio del BCR aún no definido, entre otros aspectos que están presentes en el funcionamiento integral de nuestra sociedad, y que reclaman la atención gubernamental.

Si a esta realidad le sumamos los anuncios o comentarios del primer mandatorio y/o del presidente del Consejo de Ministros, respecto a las amenazas de expropiar empresas que no satisfagan las exigencias del Ejecutivo, la de continuar con el objetivo de que se elabore una nueva Constitución a la cual se le hecha la culpa de todos nuestros males y, lo último, la intención de controlar la prensa desde le intención contenida en el Proyecto de Ley 269/2021 CR, presentado por la banca parlamentaria del Gobierno, nos encontramos con una seria preocupación, en la que se percibe que nuestra democracia se encuentra en peligro de ser afectada.

Uno de los más importantes instrumentos que tienen los sistemas democráticos para permitir su eficaz y efectivo funcionamiento es la libertad de prensa o información, en la que se incluye la libertad de opinar. Libertades éstas que se consagran cuando se toma en cuenta que, las mismas, se acompañan con el derecho de la población de estar debidamente informada, teniendo a su alcance una pluralidad de opiniones.

Detenerse en analizar el contenido del proyecto de ley antes citado, la verdad, sería una pérdida de tiempo, mejor utilizable en ver qué podemos hacer por nuestro querido Perú.

Pues, lo cierto es que cualquier mínima intencionalidad de querer regular la prensa es una seria amenaza a su libertad. Y es un serio aviso a quienes todavía confiamos en que la democracia no es sólo una forma de gobierno sino una forma de vida política, para estar atentos a lo que pueda venir, producto de desatinadas o trasnochadas propuestas promovidas por quienes quieren “cambiar el mundo”.

Las frases utilizadas por las nuevas autoridades de gobierno, en la que se agregan los términos “nueva reforma agraria”, “constitucional”, entre otras, no son sino una motivación para distraer o, mejor, “engatusar” al pueblo desinformado y desorientado.

A quienes tiene a su cargo el manejo de la cosa pública hay que decirles que, por favor, se dediquen a ejercer gestión de gobierno con probidad y responsabilidad, que para eso un sector de la población los eligió. No nos pueden seguir vendiendo “gato por liebre”; de ello el pueblo ya está cansado.

Al gobierno no se llega para hacer experimentos. El pueblo no es un laboratorio que los improvisados en política puedan utilizarnos como insumos o tubos de probeta. Somos un pueblo que merece un destino mejor y más seguro.

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