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La cuota de sangre senderista

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Fecha Publicación: 04/01/2023 - 23:50
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Ha sido costumbre de las asonadas izquierdistas la búsqueda de una o más víctimas participantes en las diversas manifestaciones de protesta que promovían, sabiendo que, pasada la furia propia de una manipulada psicología de masas, la conciencia individual iba a exigir una explicación y la determinación de responsabilidades por las muertes de gente impulsada a la violencia suicida en medio de un sentimiento de culpa que impregnaba a toda la Nación.

Esta macabra estrategia fue perfeccionada y utilizada en su máxima expresión por el senderismo de Abimael Guzmán quien, como dogma ineludible, exigía a sus seguidores la respectiva cuota de sangre, es decir, la disposición a morir provocando previamente actos de masacres irracionales para provocar la reacción de las fuerzas del orden, ante las cuales se escudaban en pobladores inocentes sin importar si eran hombres o mujeres, niños o adultos, precisamente para convertir a los miembros de las Fuerzas Armadas y Policiales en victimarios y calificar el hecho como terrorismo de Estado; o utilizar sus llamadas luminosas trincheras de combate en las cárceles, a cuyos pabellones no ingresaba ninguna autoridad penitenciaria, en donde hacían lo que querían conforme a las directivas de su comité central que siempre les exigía la famosa cuota de sangre provocando reyertas, tomando rehenes, asesinando funcionarios o policías en los mismos penales en medio de motines sanguinarios para, ante la intervención de las fuerzas del orden, oponer resistencia armada hasta inmolarse para lograr el objetivo de convertir al Estado en presunto violador de derechos humanos, usar con exceso de la fuerza hasta incurrir en actos de lesa humanidad para ir consolidando la idea del terrorismo de Estado que disminuyera sus acciones delincuencialmente sanguinarias y facilitarles la victimización en lo cual son grandes expertos, logrando que el sistema de justicia iniciara la cacería de los elementos militares y policiales sin efectuar, en muchos casos, un adecuado análisis de ponderación entre acción y reacción.

Este diabólico método fue utilizado por Abimael Guzmán para avanzar en la guerra política contra el Estado cuando fue militarmente derrotado, impulsando el desarrollo de teorías jurídicas y políticas sobre el llamado derecho penal del enemigo y la no criminalización de las protestas porque los muertos producidos en éstas siempre tendrían como responsables a las fuerzas del orden, sin importar la gravedad de los ataques y concurso de delitos cometidos por la turba que, bajo control manipulador de líderes vinculados al senderismo o tupacamarismo, desbordaban el control de las fuerzas del orden.

La ley antiterrorista señala que incurre en tal delito el que crea o provoca un estado de alarma, terror y zozobra en la población, cometiendo toda clase de delitos, entre otros, para destruir la seguridad del Estado o para imponer ideologías destructivas y eso está ocurriendo en cada movilización violentista, pero esta vez, de manera impune.

La presidenta Boluarte, para no sentirse responsable de muerte alguna, no ha dudado en despedir a su jefe de inteligencia.