La cuarta derrota del comunismo
Hace dos años encarcelamos a Pedro Castillo Terrones, pero su estúpido golpe de Estado fue solo el detonante. Lo que de verdad ocurrió es que, por cuarta vez, el Perú derrotó al comunismo.
La primera derrota fue a las guerrillas de 1965 y al plan cubano de expansión revolucionaria en América. De la Puente Uceda, Heraud y tantos otros miserables que la izquierda ha romantizado cayeron por criminales, por adictos a una ideología que quería subvertir al Perú por la fuerza.
La segunda derrota fue en 1975 cuando, gracias a la acción institucional de la Marina de Guerra, se obligó al general Morales Bermúdez a dar un golpe de Estado que frustró la tercera etapa de la revolución velasquista, que implicaba pasar del socialismo al comunismo. Si hubiera prosperado el plan del felón —afortunadamente enfermo de muerte—, el Sinamos junto con los cubanos habría creado los soviets peruanos y hubiésemos ido a una guerra de gran escala con Chile, no para recuperar Arica y Tarapacá, sino para ser peones de los rusos en el extremo sur dentro del tenebroso tablero geoestratégico de la Guerra Fría.
La tercera derrota del comunismo fue entre los años 1980 y 2000 con el sometimiento por las armas de Sendero Luminoso y el MRTA gracias al glorioso accionar de nuestras Fuerzas Armadas y la PNP.
Sin embargo, lo que ganamos con inteligencia y con las armas lo perdimos en la guerra política. En vez de prohibir el comunismo como en Polonia y Hungría o el nazismo en Alemania, en particular los gobiernos de Paniagua y Toledo pactaron “la paz” con Sendero y abrieron las puertas del Estado a la infiltración oficial de la izquierda extremista y de la progresía caviar; las cuales, en alianza, llevaron vía fraude electoral al gobierno a Pedro Castillo en 2021.
Fue entonces que los peruanos de todos los sectores dimos la lucha de la resistencia y el activismo tomando las calles; y en año y medio nos deshicimos del comunismo. Que el burro diera el golpe más estúpido de la historia es un azar todavía no bien contado, pero está claro que, si no caía por propia mano, íbamos a terminar en una guerra civil. Pero el comunismo aún sigue siendo nuestro enemigo social, político, ideológico, electoral y militar. Por eso debemos seguir combatiéndolo en todos los frentes hasta su exterminio total. Con los votos y con las balas.
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