La crítica global al Congreso y la ley para la transformación de la agricultura
Creo que el análisis del funcionamiento del Congreso no debe hacerse bajo un criterio global, ya que dicho poder del Estado tiene funciones claras y diferenciadas, como son las de legislar, hacer el control político, representar y, dentro de ello, fiscalizar. Es sabido también que, mientras más nos acercamos a las elecciones, los que pretenden ser candidatos agudizan sus críticas al Parlamento buscando simpatizar con la población en busca de potenciales votos, cuando, desde mi punto de vista, deberían hacerlo con propuestas y no por la vía fácil.
Durante las últimas semanas, por ejemplo, ha pasado desapercibida una iniciativa legislativa importante que ha sido aprobada por la Comisión de Agricultura, que preside el congresista Eduardo Castillo, dirigida a los pequeños agricultores para promover su formalización, desarrollo y competitividad dentro de los preceptos de la agricultura moderna. Como siempre, salieron detractores a criticarla, que es lo más fácil, olvidándose del viejo refrán popular que dice: “Lo perfecto es enemigo de lo bueno”.
Dicho proyecto de ley está pensado en un segmento económico y social muy importante, y que no es visto bajo una mirada estratégica para el crecimiento y desarrollo económico del país, así como de los miles de agricultores que contribuyen con la generación de puestos de trabajo.
El referido proyecto de ley, denominado Ley para la Transformación del Sector Agrario, tiene cinco ejes que, en mi opinión, son fundamentales, ya que buscan la formalización mediante la asociación de los pequeños agricultores, establece un régimen tributario favorable y realista, crea incentivos para las empresas que compren productos a los pequeños agricultores y apoyen con capacitación técnica, y crea la marca “Cómprale al Pequeño Agricultor del Perú”.
Ahora que viene la etapa electoral, seguramente los candidatos usarán en su discurso político nuevamente al sector agrícola y, con toda seguridad, sin el conocimiento adecuado y sin evidencias técnicas que los respalden, por lo que se hace necesario difundir esta buena iniciativa para que el debate público sea adecuado y sin adjetivos que dañen la rigurosidad del análisis político.
Proyectos de ley de esta envergadura son los que el Congreso y la prensa especializada deben difundir para despejar del inconsciente colectivo el imaginario de que el Parlamento es sólo escándalo por la mala conducta de algunos de sus miembros. Es necesario empezar por el análisis segmentado sobre las funciones que tiene el Parlamento. Evaluarlo globalmente es lo fácil y dañino para la democracia.
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