La constitución bolivariana

La insistencia en aprobar una nueva Constitución y para tal efecto apelar a la conformación de una Asamblea Constituyente con representación de todos los pueblos originarios del Perú, pareciera una justa reivindicación, especialmente cuando se justifica con la injusticia social patentada por la Constitución de 1993, que llaman neoliberal.
La verdad es que esta Constitución más que neoliberal es esclavizadora de la nación al sistema globalista del Nuevo Orden Mundial, fue aprobada para someter al Perú al sistema de dominación mundial de la élite internacional que controla la economía del mundo y que ahora quiere dominarnos también política y socialmente con la complicidad de gobiernos corruptos, sometidos al gobierno de la ONU, organismo que tiene elaborado el patrón constitucional del modelo de dictadura social comunista anticristiana que tiene que imponer ahora para que las naciones engañadas se sometan a su Gobierno Mundial.
Como en América Latina sería muy complejo hacerlo, por su población mayoritariamente cristiana, deben apelar a gobiernos comunistas que les impongan la agenda de reingeniería social anticristiana, aunque los de derecha que les son obedientes, han demostrado ser también eficientes para imponer sus dictados, con el cuento de la seguridad y el bien colectivo.
En ese propósito la utilización de los presidentes y expresidentes de la izquierda latinoamericana agrupados en el Foro de Sao Paulo, les ha traído una ventaja electoral con el discurso de la reivindicación de los pueblos originarios y la conquista de la Justicia social, por lo que los vienen financiando para que tomen el poder.
La Constitución de la República bolivariana no viene pues de la mente brillante de ninguno de los miembros del Foro, como tampoco la agenda de género, de la muerte, y de la reducción de la población por pandemias y vacunación, cuyos principales promotores nacionales pertenecen a ese foro, sino de los ideólogos del Instituto Tavistock del Reino Unido, que han fabricado estas herramientas ideológicas y genocidas para convertir a los países en colonias del Nuevo Orden Mundial.
Informar a nuestro pueblo sobre la verdad es crucial, sin dejar de demandar la reforma constitucional que sí se requiere para una verdadera Justicia social, y darles a conocer que ninguna Constitución, por perfecta que sea, cambia la vida de los pueblos, sino que son los pueblos los que deben levantarse a edificar sobre los pilares del bien, la verdad, la justicia y la dignidad: la grandeza, libertad y soberanía de su nación.

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