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La colaboración entre universidades públicas y privadas

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Fecha Publicación: 23/05/2025 - 20:20
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Las universidades privadas pueden —y deben— trabajar de la mano con las universidades públicas. Existe un mercado legítimo para las instituciones privadas, pero también una profunda responsabilidad social que no puede ignorarse. El Estado, como es sabido, no asigna el presupuesto adecuado a las universidades públicas, lo que limita seriamente su capacidad de atender a miles de jóvenes con deseo y talento, pero sin los medios económicos necesarios para costear una educación superior.
En este contexto, las universidades privadas con utilidades sostenidas y estructuras consolidadas podrían asumir un rol más activo en la reducción de las brechas educativas del país. Este apoyo no tendría que ser meramente simbólico: podría materializarse mediante donaciones, cesión de espacios físicos, préstamos de laboratorios o el establecimiento de convenios académicos con universidades públicas. De este modo, se incrementaría la capacidad de admisión de las universidades estatales y se ampliaría el horizonte de oportunidades para estudiantes que, de otro modo, quedarían excluidos del sistema universitario.
¿Qué destino le espera a ese joven de quinto de secundaria, que culmina sus estudios con altas expectativas, pero sin recursos? Sin una alternativa pública fortalecida, ese joven probablemente no accederá a ninguna universidad. Y esa frustración puede convertirse en descontento social, alimentando el resentimiento, las protestas y la sensación de abandono.
Si, en cambio, se logra que las universidades privadas colaboren activamente con las públicas, ese mismo joven —que no puede costear una pensión universitaria— podría acceder a una educación superior de calidad. La universidad pública, al recibir apoyo en infraestructura, equipamiento o financiamiento, podría duplicar o triplicar su capacidad de atención, pasando, por ejemplo, de recibir 700 estudiantes a más de 2.000 en determinadas carreras o regiones.
Existen ya algunas experiencias de cooperación, pero todavía falta desarrollar una verdadera sensibilidad social desde el sector privado universitario.
He recorrido regiones de la Amazonía y puedo afirmar que los estudiantes interculturales enfrentan necesidades profundas y sistemáticas. En muchas zonas del país, el Estado está virtualmente ausente. Allí, los convenios con universidades privadas podrían marcar una diferencia trascendental.
Asimismo, el Estado debe incentivar a las universidades privadas que apoyen a las públicas. Estos incentivos podrían adoptar diversas formas: beneficios tributarios, acceso a fondos concursables, reconocimiento institucional, entre otros. Ya hay universidades privadas que ofrecen becas a estudiantes talentosos, como los egresados de los Colegios de Alto Rendimiento (COAR). Aunque tengo mis reservas respecto a la existencia de colegios diferenciados —pues considero que todos los colegios del país deberían ofrecer la misma calidad educativa—, no puede negarse que muchos jóvenes brillantes egresan de estas instituciones sin posibilidades concretas de continuar sus estudios por falta de recursos.

Por Esdras Medina Minaya

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