La causa justa de Marruecos

Escribo mi columna desde Dakhla, importante provincia del Sur de Marruecos, parte del llamado Sahara Occidental para quienes están al tanto del diferendo regional que injustamente se prorroga por la terquedad y ambición de Argelia, que buscando una salida al Atlántico pretende disputarle a Marruecos su legítima soberanía sobre ese territorio, pese a los vínculos históricos, políticos y jurídicos que demuestran la marroquinidad del mismo.
Desde hace más de una década formo parte de un grupo de ciudadanos provenientes de todos los confines del mundo que, obviamente en constante coordinación con Marruecos (las causas e instituciones deben ser servidas como ellas requieren ser servidas y no servirse de ellas), apoyamos, desde nuestras distintas profesiones, ocupaciones y experiencias, los esfuerzos de ese Reino, moderno y pleno de libertad religiosa y política, para consolidar el reconocimiento internacional de su derecho territorial soberano.
Fue Marruecos en 1963, cuando España aún ocupaba sus provincias del Sur, quien siguiendo los pasos de la solución pacífica de controversias inscribió el caso en el Comité de Descolonización de las Naciones Unidas. Hoy ya no existe tal ocupación española, pero el tema sigue en el seno de aquel foro mundial destinado a la paz, porque Argelia y Gadafi crearon en medio de la Guerra Fría de los setentas un constructo —el Polisario— que solo ha servido para dificultar que se alcance una solución política duradera y realista negociada que respete la autodeterminación del pueblo saharaui, tal cual es la propuesta marroquí y ha sido reconocida en numerosas resoluciones de la ONU.
La reunión en Dakhla servirá para conocer aún más los progresos socioeconómicos de la población local, que no solo elige periódica y democráticamente a sus representantes a nivel nacional y subnacional, sino que se beneficia directamente de grandes proyectos de desarrollo regional llevados a cabo como el “Puerto Dakhla Atlántico” y de numerosos emprendimientos que explican la cada vez mayor apertura de oficinas consulares de otros países, africanos y de distintos continentes, en esta provincia marroquí.
Cabe resaltar, igualmente, que día a día más países miembros de las Naciones Unidas apoyan a Marruecos, ya sea directamente respecto de sus propuestas, como también al retirar el reconocimiento a la ficción de Argelia y el Polisario referida a la RASD, una inexistente república que sin tener gobierno ni territorio pretende arrogarse la representación del pueblo saharaui. Ni el Polisario ni la RASD tienen reconocimiento alguno en las Naciones Unidas.
Hago votos por el éxito pleno de la causa marroquí en un futuro muy cercano.

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