La Caja China
“Este bebé está sin oxígeno y está con cianosis generalizada. Estamos dando ventilación a presión con oxígeno ambiental. No tenemos oxígeno. Allá hay otra colega ventilando a otro bebé con ventilación mecánica. Todos los blender suenan porque no hay oxígeno”, grita desesperada una enfermera en la unidad neonatal del Hospital II de Tarapoto, donde murieron dos bebitos gemelos. Las dolorosas imágenes grabadas con un celular generaron indignación en nuestro país y dieron la vuelta al mundo, eso disgustó al que se hace llamar presidente.
Para distraer de la tragedia cuya responsabilidad recae en Vizcarra y su corte de inútiles, los estrategas de imagen de Palacio recurrieron a “La Caja China”, una estrategia de comunicación política de desvío de la atención pública hacia otro tema, real o inventado. Una Caja China contiene otra más chica en su interior y dentro de esta otra, luego hay otras más sucesivamente. De La Caja China sacó la frase que propició debate y polarización: “Vamos a esperar 48 horas para que lleguen a un acuerdo [clínicas privadas y su gobierno]…de no ser el caso, invocaremos el artículo 70 de la Constitución” [expropiación], decretó Vizcarra y abracadabra el drama de los bebés asfixiándose desapareció del horizonte.
El ultimátum contra las clínicas privadas debido a los altos costos de sus servicios, sonó lógico frente a la imparable pandemia y la aparente insolidaridad de esas instituciones. Los aliados comunistas del vizcarrato aplaudieron la amenaza estatista olvidando, cual amnésicos, que el 17 de junio el mismísimo Vizcarra observó un Proyecto de Ley del Congreso con ese mismo espíritu, aduciendo que “la autógrafa de Ley, al imponer la obligación a los centros y establecimientos de salud de poner a disposición del Minsa sus equipos biomédicos e infraestructura, bajo sanción de Susalud, no precisa las condiciones en que ello se efectuará ni que para implementar esta disposición deba existir un acuerdo previo de cooperación interinstitucional, por lo que se pone en riesgo, las libertades constitucionales señaladas”. Días después de decir esto sobre la propuesta del Congreso, Vizcarra se lanzó con el cuento de la expropiación.
En realidad, fue una puesta en escena pseudo velasco-chavista para dejar en el olvido la muerte de los bebés de Tarapoto, la falta de oxígeno medicinal, de respiradores, de camas de UCI (Cuidados Intensivos), la precaria e insostenible situación sanitaria de nuestro país y la creciente corrupción aprovechándose de la pandemia.
En sus soporíferos monólogos, a Vizcarra solo le falta culpar a Huáscar y Atahualpa por el fracaso en la batalla contra el virus chino. ¿Qué más sacará de La Caja China para enterrar la cifra extraoficial de 27,830 muertos por Covid-19?