La burocracia congresal y sus próximos 180 millones

A pesar de que en el portal del Congreso de la República no se consigna información oficial que permita conocer la cantidad exacta de trabajadores que laboran en el órgano legislativo, se tiene conocimiento de que superan los 3,600, lo cual constituye una cantidad que, porcentualmente, significa que cada congresista tiene un promedio de 27 trabajadores. Razón por la cual se explica el porqué del presupuesto que se le tenía consignado al Parlamento en el 2021, el cual se duplicó en el 2025, ascendiendo a más de 1,400 millones de soles actualmente.
Esto es, no olvidemos, con un Congreso unicameral, y que, con el restablecimiento del bicameralismo, si se sigue el mismo criterio, puede verse incrementado el burocratismo congresal, dando lugar a que el presupuesto ascienda a 5,200 millones de soles, destinado a una representación parlamentaria que tiene un nivel sumamente alto de rechazo de la población nacional.
Continuar analizando la actual realidad del Parlamento nacional, con relación a los resultados de su funcionamiento, es ya innecesario; pues es tan evidente, que no requiere mayor explicación que nos permita objetivar el alto índice de ilegitimidad; la cual sirve de insumo para comentarios y análisis periodísticos que permanentemente nos ofrecen diversos medios de comunicación.
En consecuencia, y considerando que no debemos quedarnos únicamente con la crítica del panorama que presenta la actual burocracia congresal, considero que, con urgencia, se haga una reingeniería del talento humano del Parlamento y que, de un promedio de 27 trabajadores por parlamentario, se pase a no más de 4 por cada congresista; significando ello que, con un Congreso de 130 representantes, se tenga un máximo de 520 trabajadores y, con un Parlamento bicameral de 190 miembros (entre diputados y senadores), 760 empleados en general serán suficientes.
Para lograr aplicar la propuesta antes indicada, se considera que cada parlamentario manejará su individual oficina congresal con: una secretaria, un asesor principal, un asesor especializado (para el desempeño de la labor congresal en las comisiones de las que sea miembro el parlamentario), y un asistente administrativo.
La labor a nivel de la bancada partidaria de la que forme parte el congresista debe coordinar su trabajo por intermedio de los asesores principales de cada uno de los parlamentarios que integran el grupo político partidario.
Por lo tanto, no debe ser necesario que cada congresista tenga que procurar que se contrate trabajadores adicionales para cada una de las comisiones que integra, ni para el trabajo coordinado con su correspondiente bancada. Pues, si se puede deducir con facilidad, es darnos cuenta de que el incremento desmesurado e inorgánico del número de trabajadores por cada parlamentario es consecuencia de “pagar favores”, dándole trabajo a los que lo apoyaron o promovieron su candidatura, afectando el presupuesto integral del Congreso directamente e, indirectamente, al pueblo peruano que, con sus impuestos que paga, mantiene a un Congreso que no satisface sus expectativas.
Los números y las cifras no requieren mayor explicación; son muy claras y precisas; pues, de requerirse 5,200 trabajadores para atender a 130 diputados y 60 senadores, con la reingeniería que se propone, 760 serán más que suficientes.
En consecuencia, por razones de reestructuración de la estructura del recurso humano que labora en el Parlamento, se tendría que reasignar a otras dependencias estatales a los 4,440 que dejarían de cumplir labores en el Congreso.
En consecuencia, los 180 millones de soles que se tiene previsto invertir en la implementación de las oficinas para los senadores sería innecesario usarlos, ya que quedarán muchos espacios disponibles, con los que dejarán los trabajadores que, con evidente exceso, fueron contratados en estos últimos años.
Si el actual Congreso, que está en su último año, quiere que se le recuerde en algo positivo, no deje de considerar la posibilidad de reestructurar su sistema burocrático, respondiendo así al enorme desprestigio que tiene, y que necesita una explicación por los resultados de la gestión congresal de estos últimos años.

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