La amenaza ‘woke’
Johann Gottlieb Fichte, ilustre filósofo del idealismo y nacionalismo alemanes, fue un importante promotor del desarrollo del sistema educativo en Alemania durante el siglo XIX. Fue uno de los fundadores de la Universidad de Berlín y, posteriormente, rector de la misma. Para Fichte los profesores debían tener una “estricta vigilancia sobre sus palabras y acciones” si querían fomentar el máximo desarrollo de sus alumnos. Para Fichte, era en interés de la humanidad que los profesores alcanzaran “la más pura moralidad y adquirieran una sólida sabiduría práctica”.
Las ideas de Fichte eran similares a las defendidas por Rousseau, quien afirmó que el papel del maestro era “desviar la atención del niño de los detalles triviales y guiar continuamente sus pensamientos hacia las relaciones de importancia que un día necesitará conocer, para que pueda juzgar correctamente sobre el bien y el mal en la sociedad humana”.
Antes de que el movimiento izquierdista ‘woke’ (conscientes/despiertos) tuviera un papel tan influyente en el campo de la educación, se esperaba que los profesores mantuvieran los detalles de sus vidas, elecciones personales y preferencias sexuales en su esfera privada. Ahora estos quieren que compartan todo eso en el aula con sus alumnos.
William von Humboldt, reformador del sistema escolar prusiano, afirmó que el profesor debía “elevarse completamente por encima de cualquier impedimento aparente en su propio cuerpo, temperamento o hábitos”.
La ideología woke, lejos de enfocarse en el desarrollo del individuo y la adquisición de una sólida sabiduría práctica y moralidad, promueve una perspectiva colectivista y la conciencia crítica de las estructuras de poder y la opresión. Esta perspectiva puede desalentar la educación tradicional en disciplinas como la literatura, la historia y la ciencia.
Lejos está la visión de Fichte y Humboldt que valoraban la educación como un medio para el desarrollo del individuo y la formación de la mente y el carácter, y que era un proceso que debía centrarse en el cultivo de la mente, la sensibilidad, y en la formación de una sólida moralidad y sabiduría práctica.
La educación woke es peligrosa porque su enfoque identitario y su política de la identidad fomenta la polarización y la división en lugar de apostar por la unión y el diálogo. Además, al enfatizar el papel de la opresión y la victimización en la sociedad, lo woke puede fomentar un sentido de victimización en los estudiantes y una mentalidad de “nosotros contra ellos”, en lugar de una visión positiva y constructiva del futuro.
La educación woke se centra, además, en la revisión crítica de la historia y la cultura, en lugar de celebrar y valorar los logros y avances de la humanidad. Si bien es importante reconocer y aprender de los errores del pasado, una educación que se centra únicamente en los aspectos negativos llevará a una mentalidad negativa y pesimista en los estudiantes y por ende en los líderes del futuro. Salvemos la educación “conserva”.
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