La amenaza chavista
El cinismo de la organización criminal que gobierna Venezuela es monumental. La mañana de ayer, un tal Padrino, jefe de las Fuerzas Armadas de ese país, pontificaba cínicamente que “el mundo ha sido testigo de la manera ejemplar en la que el pueblo venezolano votó el pasado domingo, demostrándole que quiere vivir en paz”.
Lo que no dijo este chavista fue que, efectivamente, el pueblo venezolano votó no solo por el retorno de la paz, sino por la concordia, el sentido común, la tranquilidad, el derecho a convivir con sus familiares y a no perderlos, ante la necesidad que tienen de huir de su nación en procura de estabilidad emocional y laboral, buscando democracia en algún país que les brinde cobijo.
En síntesis, los venezolanos que votaron el domingo pasado lo hicieron por el regreso de Venezuela a su origen democrático, acorde con la voluntad de la mayoría de su gente expresada por el voto de sus ciudadanos. No por una caterva de paramilitares digitados a dedo por el jerarca del momento.
La situación venezolana es sumamente crítica para la estabilidad social, política, económica, etc. de Sudamérica. Para nadie es secreto que detrás de Venezuela está Cuba, madre del aborto socialista latinoamericano, fruto de su estrecha relación con el impresentable Chávez.
¡Y Cuba tiene enorme influencia ante las izquierdas internacionales y países antioccidentales como Rusia, Irán y China! De modo que la coyuntura en que se encuentra Latinoamérica, ante la amenaza chavista de adjudicarse un triunfo electoral para seguir manipulando sine die Venezuela, resulta peligrosa por las coyunturas internacionales, sociales, políticas, etc. que representa.
Extrañamente, hasta ayer Estados Unidos mantenía un desconcertante silencio, tras el indiscutible triunfo electoral de Edmundo González. Victoria reflejada en actas electorales que nunca mostró el chavismo pero que, extraoficialmente, las obtuvo la oposición. ¡Aunque tampoco las ha divulgado! González fue el candidato de la oposición, en vez de María Corina Machado, tachada previamente por Chávez como postulante.
No obstante, repetimos, EE. UU. mantiene un sospechoso silencio frente al problema que implica Venezuela para todo el Continente. Por cierto, Caracas ha suspendido sus relaciones diplomáticas con varias naciones latinoamericanas, expulsando a todos los miembros de sus delegaciones; en vez de que, como hubiese sido conveniente, los gobiernos de esos países los retirasen previamente, en señal de protesta por el quiebre democrático desatado por el chavismo.
Ayer, la OEA emitió un comunicado que citamos parcialmente: “(…) resulta imperioso conocer sobre la aceptación de Maduro de las actas en poder de la oposición y en consecuencia aceptar su derrota electoral y abrir el camino al retorno a la democracia”.
En este contexto resulta imprescindible conocer sobre la aceptación de Maduro de las actas en poder de la oposición y en consecuencia aceptar su derrota electoral y abrir el camino al retorno a la democracia.
¿Hacia dónde irá Latinoamérica?
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