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La agenda de la oposición en el Congreso

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Fecha Publicación: 31/03/2022 - 22:30
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La agenda de la oposición en el Congreso se ha visto gravemente debilitada al fracasar por segunda vez el intento de vacancia presidencial contra Pedro Castillo. Algunos analistas políticos afirman lo contrario, pues creen que estos golpes al Gobierno son acumulativos. Discrepo. Creo que es al revés. El fiasco de las dos vacancias impedirá por mucho tiempo que el Congreso vuelva a usar es prerrogativa, a la vez de haber herido de muerte otros intentos de desbancar al Presidente como los de las acusaciones constitucionales que son más débiles que los argumentos de la vacancia misma. La oposición se ha quedado pues sin mucho margen de acción por un buen tiempo al haber disparado casi todas sus municiones en tan poco.

Para la percepción de la opinión pública la oposición quedaría como si tuviera una única agenda, lo que es contraproducente para sus intereses a mediano y largo plazo, pues el tema de la vacancia ha sido tan recurrente que ha quedado desgastado, pero, sobre todo, sin legitimidad. Por ello es que el Gobierno, pese a sus errores, ha salido ganando más allá de que la aritmética parlamentaria lo haya favorecido. Pues la derrota de la oposición implica la posibilidad de un nuevo comienzo para el Gobierno al que sólo ahora contradecirá la voz de los más recalcitrantes tanto dentro como fuera del Congreso. En síntesis, el reclamo marginal y aislado de un grupo político e ideológico que parece no haber entendido que ha perdido la partida le otorga al Gobierno una insólita y precaria legitimidad. De otro lado, el país está cansado de controversias y ve contradictorio que la oposición reclame al Gobierno mejores cuadros mientras que una derecha descontrolada anatemiza a cualquiera que con antecedentes idóneos es llamado a colaborar con el Gobierno.

En otras palabras, cierta oposición no tiene sindéresis al exigir al Gobierno algo que después critican. Es obvio también, según la composición del Congreso, que el Gobierno no podrá realizar su primigenio proyecto de cambiar de constitución por medio de una constituyente, aunque haga retórica para las galerías. Por lo tanto, existen en los hechos los pesos y contrapesos de una democracia liberal y eso no tiene visos de cambiar pese a las voces alteradas de los extremismos de izquierda y de derecha. La polarización debe terminar por el bien del país que así lo quiere, lo que no significa carta blanca ni para la oposición ni mucho menos para el Gobierno que, creo yo, ha tomado nota, como dicen los diplomáticos, de que está en sus manos terminar su mandato con un país encarrilado y no descarrilado como pretenden los extremos.

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