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Kierkegaard: el miedo a la vida

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Fecha Publicación: 16/07/2024 - 22:30
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El miedo según el gran filósofo danés Soran Kierkegaard, no es miedo a alguna persona, objeto o circunstancia específica, sino a la vida misma en tanto ésta significa libertad, riesgo, elección, responsabilidad. De este sentimiento de indefensión nacen la angustia y la ansiedad que acosan al hombre y a la mujer contemporáneos.

Kierkegaard vivió apenas 42 años. Se enamoró de una muchacha de 16 años, Regine Olsen. La amó con delirio, pero otros delirios lo abrumaban: su cristianismo ascético, su vocación casi mística de escritor y filósofo, su indecisión, su miedo medular en el que tanto creía. Pese a sus ruegos y a su entrega total, la dejó, aunque, probablemente y tal como ha quedado documentado en sus victorias pírricas contra ese miedo ancestralmente religioso, se arrepintió de ese abandono que marcó toda su vida.

Los trastornos de ansiedad ocupan un lugar importante entre las patologías y desarreglos emocionales de hoy. Al margen o concurrentemente con los tratamientos que se sigan al respecto, es importante destacar lo que los estudiosos de la obra de Kierkegaard señalan: que ese miedo a la vida puede ser, asimismo, un tiempo para dar “un salto de fe”, es decir,  para aprovechar la fuerza de ese vértigo existencial y alejarse del abismo.

Vivimos en la incertidumbre pese a que tengamos a una Regina a nuestro lado y tal vez más por eso, pero la fe –la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve, según la Biblia de Kierkegaard– puede prevalecer contra ella, pues depende de nosotros que siempre estamos condenados a elegir.

La ansiedad es consustancial a nuestra especie. Cada noche que el homo sapiens dormía en sus cavernas, sentía la incertidumbre del día siguiente, de los avatares de su lucha contra los otros homos y contra la naturaleza. Sin embargo y tal como lo ha señalado el filósofo e historiador Yuvel Harari, el homo sapiens podía imaginar, a diferencia de los neanderthales, dioses e historias para que lo protejan y lo salven. El mismo Kierkegaard señalaba que en el fondo de ese miedo humano a la vida, había un elemento religioso, ese mismo elemento que le arroja al hombre una tabla de salvación en medio del naufragio.

Soran Kierkegaard tuvo dos amores en la vida: Regina Olsen y Dios. A la primera le dejó sus libros a pesar de que la abandonó antes de casarse. Al segundo le ayudó a cargar su cruz en su paso por la tierra y le pidió que se acordara de él cuando estuviera en su reino. De ambos amores, nació una filosofía humana, demasiado humana.

Jorge.alania@gmail.com 

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