Keiko vs Sra. K
Claramente, Quijotes, una vez conocido el resultado de la primera vuelta electoral, esfuerzos denodados, infructuosos, inconsistentes e inorgánicos, se vienen haciendo. Pero no, nada parece funcionar para revertir la desconfianza, ganada a pulso, por su inconsecuente errática acción política de los últimos años. Así, la más fiera contrincante política de la Sra. Keiko es la Sra. K.
El carisma político es un constructo, que se logra, necesariamente, a través de la mediatización del actor político, requerimiento que, en el caso de la Sra. Fujimori, generosamente se dio -en desventaja de otros candidatos- a través de los grandes medios de comunicación, semanas antes del 11 de abril. Claro, lograron colocarla en la segunda vuelta, pero frente a un inesperado potente rival en ascenso, pudiendo graficársela, figurativamente, como a una atleta en silla de ruedas en el partidor, en la condición de una paciente UCI.
La política es antropomorfa y pasional. Sin embargo, la candidata tiene un rechazo del inmenso 70% de la población votante. Su expresión corporal, gestual, adolece de mínima empatía, su credibilidad es prácticamente cero, su discurso no emociona ni al más sensible llorón consumidor de dramáticas telenovelas hindúes. Es decir, lo tiene todo para perder como la gran campeona del segundo lugar que ha sido. Entonces, ¿qué debe hacer para tener alguna posibilidad de ganar la presidencia?
El tiempo es corto pero suficiente aún para revertir dantesco panorama. La Sra. K debe morir y ser enterrada por la Sra. Keiko misma. Si ésta no hace un “real” acto de contrición, si no es capaz de explícitamente reconocer -no tímidamente ni a medias tintas- todo el mal que se hizo a través de Fuerza Popular en el Congreso blindando a Chávarry, Alan García, Donaire, Los Cuellos Blancos, Los Hermanitos y tanto enemigo del pueblo, si no es capaz de reconocer que recibió dinero negro, es mejor que vaya preparando su campaña electoral para contender con El Quijote el 2026.
Tiene, la Sra. Keiko, imperativamente, que hacer lo que nunca se ha hecho en la política peruana: adecentarla, dotarla de idoneidad, acompañarla de los mejores ciudadanos que amen al Perú, despojarla del ropaje de individualidad y revestirla de trascendencia en la que lo importante es el multigeneracional, multiétnico y diverso Juan Pueblo.
¿Es posible que la Sra. Keiko desenmascare, juzgue, condene a muerte a la Sra. K? ¡Sí es posible, claro que sí!... pero la candidata deberá elevarse espiritualmente, deberá asumir las consecuencias de su resurrección; deberá beber la cicuta de la honorabilidad, emulando el estoico acto socrático del filósofo griego, que fue condenado a morir por corromper las mentes jóvenes con nuevos pensamientos. Así, Sra. K, como el escolástico Sócrates aceptó morir por combatir el pensamiento ateniense iconoclasta, usted deberá morir convenciendo a nuestros jóvenes que la corrupción e impunidad no es el camino en la política ni en la vida cotidiana de nuestro amado Perú.
No le queda otra Sra. Keiko, dele de beber cicuta a su alter ego la Sra. K.
¡Renovación Política Ya!
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