Justificada huelga de transportistas
La huelga nacional de transportistas de carga viene siendo silenciada por el Gobierno. No obstante que la dimensión de esta protesta tiene ribetes preocupantes, el Ejecutivo –y sus corifeos mediáticos– prefieren echarle tierra pretendiendo tapar el sol con un dedo. Por ahora la convocatoria del paro es por tres días. Pero si el Ejecutivo insistiera en jugar al avestruz pudiera extenderse ese plazo desembocando en medidas mucho más radicales, que llegarían a encarecer el precio de los productos, principalmente los alimenticios. La noticia no ha merecido atención en las portadas de la prensa vendida al Gobierno. Echémosle agua. Ya se cansarán, parece ser la estrategia palaciega.
Pero veamos las razones que esgrimen los transportistas de carga para justificar su medida extrema. El principal reclamo es la reducción del costo de los peajes en todo el país. Asimismo reclaman la eliminación del Impuesto Selectivo al Consumo ISC para el diésel. En Arequipa, la Panamericana Sur permanece bloqueada hace tres días en el kilómetro 48, cerca a La Joya, impidiendo el pase de todo vehículo. Igualmente ha habido serios incidentes en Chiclayo, Chimbote, Cusco, Piura; y por supuesto en Lima. El argumento más explícito de este gremio es que pagan peajes “399 % más caros que en Ecuador, 800 % más caros que en Argentina y 56 % más caros que Chile”. En rigor, el origen de este abuso –incongruencia que torna aún más incompetente al Perú– son las concesiones corrompidas entregadas por sucesivos gobiernos, sin fijarles límites a los consorcios favorecidos. Hablamos de 40,000 transportistas quejosos con absoluta razón por los sobrecostos que deben pagar a empresas abusivas como Odebrecht y Graña y Montero, por ejemplo, que –fuera de haber asaltado al país encareciendo la construcción de las carreteras posteriormente concesionadas por décadas previo pago de coimas a autoridades de todo nivel– cada vez que necesitan subirnos el costo de los peajes sin control alguno del Estado. El promedio internacional del peaje pagado por eje es US$ 1.01. Pero en este país –donde el Estado sencillamente no existe– los transportistas pagan entre US$ 2.26 y US$ 4.76 por eje, según la carretera. Vale decir, entre dos y cuatro veces el promedio mundial. ¿Dónde están Ositran e Indecopi?
Pero ahí no queda la justificada protesta del gremio del transporte. Los combustibles en nuestro país son tal vez los más caros del planeta. ¿La razón? Existe un duopolio acordado entre la abusiva Petroperú y la española Repsol. Entre ambas manejan un cartel de precios que lo fija la estatal peruana y luego la hispánica se coloca centavos por debajo, para eludir un evidente monopsomio. El costo del crudo a nivel mundial es de los más bajos de la historia. No obstante, Petroperú lo eleva consuetudinaruamente y ninguna autoridad le pone coto a esta exacción de los transportistas y al público en general. Claro, Petroperú necesita amortizar un robo multimillonario al país llamado la refinería de Talara. US$ 6,000 millones para construir una planta que ni cuesta US$ 2,000 millones. Lo demás es corrupción. Inclusive este último costo era innecesario, pues podemos importar los combustibles refinados.