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Junín y la política internacional de su tiempo

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Fecha Publicación: 05/08/2024 - 21:40
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Hoy, 6 de agosto, declarado día feriado con justificadísima razón, el Perú y América celebran el bicentenario de la victoriosa batalla de Junín (1824–2024), también llamada batalla de las armas blancas, porque no hubo un solo disparo; el enfrentamiento entre las tropas patriotas y las tropas realistas fue únicamente con espadas.

La celebrada Corriente Libertadora del Sur, liderada por el General José de San Martín, había cumplido su cometido en 1821 con la declaración de la independencia (acto de iure) el 15 de julio y la proclamación de la misma (acto ad solemnitatem) el 28 de julio, introduciendo por su gran Plan Continental la primera manifestación geopolítica en nuestra región sudamericana.

En adelante, el protagonismo para conseguir el definitivo desencadenamiento de España estaría en manos del venezolano Simón Bolívar, quien llegó a nuestro país con el título de dictador, aplaudido por el eco de sus victorias en el marco de la Corriente Libertadora del Norte que él mismo dirigió. Bolívar, al llegar a nuestro suelo, se hallaba más empoderado que nunca.

Mientras esto sucedía por estos lares, en Europa las monarquías absolutas, luego del Congreso de Viena de 1815 y de la Santa Alianza que produjo, habiendo acabado con la vorágine de Napoleón Bonaparte, soportaban la última etapa de las denominadas Guerras Carlistas, que finalmente terminaron desequilibrando a favor de la monarquía española.

En 1824, cuando se da la batalla de Junín, es importante recordar que España y Europa ya habían sido sacudidas por el impacto del iusnaturalismo o derecho natural del siglo XVIII, que acabó con el dominante derecho divino de la Edad Media, así como por la Revolución Industrial, que había desnudado a una Europa todavía mayoritariamente rural y en desventaja respecto de la emergente Inglaterra (luego Reino Unido), que vivía su etapa floreciente gracias a la eficacia de la máquina. Londres se convirtió, pocas décadas después, en el hegemón del siglo XIX bajo la poderosa Era Victoriana.

Junín fue el primer paso para la ulterior consolidación del Perú como Estado independiente cuatro meses más tarde, con la gesta de Ayacucho el 9 de diciembre de ese año. Junín marcó la pauta para la consolidación westfaliana de nuestra patria al inicio de su vida independiente. Sin Junín y, mucho menos, sin Ayacucho, no hubieran podido abrirse campo los principios del derecho internacional del uti possidetis de iure y de la libre determinación de los pueblos, que definieron la cualidad geopolítica y soberana del Perú al comienzo del siglo XIX.

Finalmente, Junín fue el marco para sellar la gloriosa participación de los Húsares del Perú, que, por la victoria resultante, debido a una decisión de último minuto por Andrés Rázuri, consumó la victoria en las pampas de nuestra hermosa Sierra Central, siendo reconocida con la histórica membresía de Húsares de Junín.

Por esta gesta, fue considerada una de las mayores hazañas que selló al denominado militarismo de la victoria, como lo llamó el eminente Jorge Basadre en la primera media centuria del siglo XIX. Junín dio a luz al Arma de Caballería de nuestro Glorioso Ejército Peruano, que hoy celebra con creces esta extraordinaria efeméride nacional, que debe quedar inscrita en el imaginario nacional como memoria viviente del Perú.

(*) Excanciller del Perú e Internacionalista

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