Julio Velarde, más allá del 2026

Visto en retrospectiva, el 2006 fue un año promisorio para Perú. El buen equipo de ministros del expresidente Alejandro Toledo había ya asentado las bases de crecimiento futuro y las perspectivas de los tratados de libre comercio, a partir de las buenas relaciones comerciales con Estados Unidos, estaban encarriladas.
Sin embargo, hasta ese año nadie podía pronosticar que nuestro país sería, 19 años después, un país ejemplar en Latinoamérica en cuanto a preservar el equilibrio macroeconómico, la estabilidad monetaria y el control de la inflación y así promover crecimiento con bienestar general.
Todo ello ha sido posible gracias a la aplicación de buenas prácticas públicas implementadas por el Banco Central de Reserva del Perú (BCRP), liderado por el reconocido economista Julio Velarde Flores. Fue nombrado por el presidente Alan García en octubre de 2006. Antes presidió el equipo del Plan de Gobierno del Partido Popular Cristiano (PPC).
En 2011, 2016 y 2021 fue ratificado sucesivamente por los presidentes Ollanta Humala, Pedro Pablo Kuczynski y Pedro Castillo, respectivamente. Aun cuando no se puede predecir qué futuro le espera, concluye su responsabilidad frente al BCRP el próximo año 2026.
No hay duda: la estabilidad macroeconómica del país obedece, reitero, al buen trabajo de Velarde. No solo blindó al BCRP de confianza y credibilidad, sino que, además, logró mantener por todo lo alto su independencia institucional. Así capeó con éxito los bamboleos de la economía global o casos como el COVID-19. Es de esperar que esa dinámica prosiga más allá del 2026.
A propósito, dadas las circunstancias que marcan la pauta de la política actual, no descartemos la irrupción de un outsider en las elecciones del próximo año. Es un riesgo que corremos, ante lo cual debemos apostar porque siga el dinamismo logrado por casi dos décadas del banco central.
Obviamente, las instituciones públicas y privadas, gremios empresariales y la ciudadanía sabrán responder ante cualquier contingencia política fuera de lugar. En consecuencia, frente a escenarios controversiales, lo normal sería ungir a Julio Velarde por un nuevo período de gestión. Así seguirían los equipos de trabajo que lo han acompañado, además de aprovechar el conocimiento y la experiencia del propio titular puestos al servicio del manejo de la tasa referencial, reservas internacionales, emisión primaria de dinero y otros ítems gravitantes en la macroeconomía.
¡Qué distante se obra en otros ámbitos del quehacer público! En el actual Gobierno prevalece la falta de planificación, la pesada permisología, la carencia de expertos y técnicos y, hay que decirlo, la falta de transparencia.
A estos factores se suma la arbitrariedad de la Fiscalía de la Nación por procesos investigatorios que impiden “trabajar y dejar trabajar”. Ni qué decir de los procesos de ejecución presupuestal en los que, inconstitucionalmente, intervienen los congresistas con actitudes prebendarias. Este hecho hace casi inmanejable el déficit fiscal, resta puntos en los organismos internacionales, como el Banco Mundial, y en calificadoras de riesgo como Standard & Poor’s, lo que determina mayores tasas de interés a la emisión de bonos y otros instrumentos financieros.

Exsenador de la República.

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