Juego sucio
No cabe duda que las recientes elecciones generales ha estado plagadas de irregularidades, las mismas que en modo alguno fueron siquiera advertidas por las dizque misiones de observación electoral que se anotaron para venir al Perú, obviamente más por ánimo distractivo y recreacional de sus integrantes, incluso documentado y en algo compresible dadas las medidas de restricción a la vida normal que supuso y aún supone a nivel mundial la pandemia del Covid 19. Un elemental análisis de los informes emitidos por dichas misiones bastará para calibrar su seriedad y representatividad, cuando no la posición prejuiciada de algunas de ellas. Por ello no me he rasgado tanto las vestiduras por el maltrato con que el inaugurado P. Castillo incomodó al Jefe de Estado español presente en el cambio de mando, porque ese país, como parte de la Comunidad Europea, bien que avaló un informe superficial y favorable que el Jurado Nacional de Elecciones, en nombre del Sistema Electoral peruano, blande como certificado de buena conducta frente a los reclamos sobre la poca transparencia del proceso y claudicante administración de justicia electoral.
Pero, como si no bastaran esos antecedentes que restan legitimidad de origen a los nuevos gobernantes, éstos parecen esforzarse en enajenarse también toda legitimidad de ejercicio. Así, debutan con indebidas designaciones de funcionarios en altos cargos, comenzando por el segundo de abordo y portavoz autorizado del gobierno, es decir, el presidente del Consejo de Ministros, congresista con denuncias abiertas nada menos que por apología al terrorismo y recientes y auténticas declaraciones que no dejan duda de dicha apología. Casos similares, o peores aún, respecto de otros miembros de ese gabinete, también han sido señalados. Incluso, gracias a otro de sus colegas de bancada, muy locuaz él, se ha llegado a saber que la designación tan defectuosa (por llamarla así benévolamente) del gabinete Bellido forma parte de una intencional maniobra que busca provocar la causal de disolución del Congreso, abusando de los mecanismos constitucionales de relacionamiento entre el Poder Legislativo y el Poder Ejecutivo.
Mención especial requiere la actitud, falta de toda dignidad y expresión de valores castrenses, de los nuevos comandantes generales de los tres institutos que integran las Fuerzas Armadas del Perú, que permiten no solo se pase al retiro a espadas de honor con foja de servicios impecable, el más alto rango y mucho espacio aún para desempeñarse, y dejarse dirigir políticamente por un mal elemento expulsado de la Policía Nacional del Perú.
El Perú transita hoy por una de las etapas más oscuras y preocupantes de su historia.
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