Juan Pablo II, el Papa de mi generación
Juan Pablo II fue el papa de mi generación. Hace pocos días recordamos el inicio de su largo pontificado —26 años y 168 días—, el 16 de octubre de 1978, cuando se convirtió en el primer pontífice polaco en la historia de la Iglesia. Lideró el Vaticano durante la etapa final de la Guerra Fría, viviendo el colapso del comunismo en los años 80. Mientras tanto, en el Perú, sus visitas en 1985 y 1988 coincidieron con la “década perdida”, marcada por el desastre económico y el terrorismo.
A nivel global, los eventos más significativos para los jóvenes fueron la caída de la Unión Soviética en 1991 y las reformas de Mijaíl Gorbachov, como la Glasnost (transparencia) y la Perestroika (reforma). Juan Pablo II fue elegido en 1978 tras el breve pontificado de Juan Pablo I, cuya muerte sigue siendo un misterio para muchos. Karol Wojtyla, su nombre de nacimiento, fue un ferviente opositor del comunismo, luchando contra él desde su juventud en Polonia y más tarde como arzobispo de Cracovia.
Su elección estremeció a los regímenes comunistas, que veían a la religión como un obstáculo. La fe católica en Polonia se reforzó notablemente con su papado, y su valentía frente a la represión comunista lo convirtió en un símbolo de resistencia. A lo largo de sus casi 27 años al frente de la Iglesia, Juan Pablo II no solo fortaleció la fe católica, sino que también impulsó el ecumenismo, promoviendo la unidad entre las distintas confesiones cristianas.
Conocido como el “Papa peregrino” por sus numerosos viajes, fue una figura inspiradora para mi generación. En febrero de 1985, muchos de nosotros tuvimos la oportunidad de verlo en el Hipódromo de Monterrico. Aquella visita inspiró la creación de la Gran Misión de Lima, un movimiento juvenil que llevó la catequesis a las quintas y callejones de nuestros barrios. En mi caso, en Surquillo, esto fomentó valores y esperanza en un momento en que el país estaba asolado por la violencia de Sendero Luminoso y el MRTA.
Juan Pablo II no solo dejó una huella en la Iglesia, sino también en la sociedad internacional. Su legado de paz, resistencia y unidad sigue siendo recordado por millones de personas. En 2014, el papa Francisco lo canonizó, reconociendo oficialmente su santidad. Para quienes crecimos bajo su pontificado, Juan Pablo II siempre será una figura emblemática de fe y esperanza en tiempos de adversidad.
(*) Excanciller del Perú e Internacionalista
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