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Joseph Fouché, Lavrentiy Beria, y el Ministerio del Interior

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Fecha Publicación: 19/12/2024 - 21:20
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Joseph Fouché, y Lavrentiy Beria, son modelos de cómo un Ministro de Policía, y un Ministro de Interior, son cruciales en cualquier régimen político, ya que actúan como los ojos y oídos del gobierno, y supervisan el orden público y la seguridad interna. Este rol es especialmente significativo en contextos políticos y sociales que evolucionan rápidamente, donde, como en los casos del Imperio Napoleónico y la Unión Soviética, la estabilidad de un régimen puede depender en gran medida de la eficacia del ministro en cuestión. En regímenes liberales, el Ministro del Interior se centra en evitar convulsiones políticas y sociales, así como en gestionar los movimientos sindicales y radicales. Su objetivo principal es mantener la estabilidad política y social, utilizando herramientas legales y políticas para mediar en conflictos y prevenir disturbios. En contraste, en regímenes totalitarios, el éxito del ministro se mide por su capacidad para reprimir protestas y movimientos libertarios, a menudo utilizando métodos que no respetan los derechos humanos.
Alejandro Esparza Zañartu, y Armando Artola Azcárate, como Fouché, y Beria, son figuras cuyos legados en regímenes dictatoriales aún resuenan en la memoria colectiva. Pero, lo cierto es que el ministro de interior contemporáneo, como el otrora ministro de policía, son cruciales en el manejo de las crisis internas y mantenimiento del orden público. En el caso peruano, los ministros del interior han sido sometidos a un escrutinio público intenso, especialmente en su capacidad para manejar la represión policial frente a diversas amenazas criminales y sociales. La historia nos enseña que, para el cumplimiento de sus funciones, el Ministro del Interior debe fortalecer las instituciones encargadas de la seguridad y el orden público, asegurando que éstas operen con transparencia y eficiencia; debe respetar los derechos humanos, evitando métodos represivos que puedan generar más conflictos; debe aprovechar la experiencia internacional del ministro puede ser beneficioso para implementar mejores prácticas y estrategias de seguridad; debe fomentar el diálogo con diversos sectores sociales y políticos puede ayudar a prevenir conflictos y a encontrar soluciones pacíficas a las demandas sociales; y debe implementar tecnologías y estrategias innovadoras puede mejorar la eficacia de las fuerzas de seguridad y reducir la criminalidad.
Fouché ha pasado a la historia por su papel como ministro de policía, y por su influencia durante la Revolución Francesa y el Imperio Napoleónico. De manera similar, Beria ha pasado a la historia por su labor como jefe de la policía secreta soviética. Es más, en el tiempo de Iósif Stalin, en la década de los años treinta del siglo veinte, y durante la Segunda Guerra Mundial, Beria supervisó purgas políticas, ejecuciones, y deportaciones, fue conocido por su eficacia al eliminar opositores. Pero, los tiempos han cambiado: En el Perú de estos días, debemos decir que el éxito de un ministro, como Juan José Santiváñez, principalmente, dependerá de su capacidad para implementar políticas efectivas contra la criminalidad, pero también políticas respetuosas de los derechos humanos. A Fouché, y a Beria, no les importaba nada, o casi nada. Pero, un ministro del interior, del Perú contemporáneo, debe tener habilidad para manejar las complejidades de nuestro contexto político y social. En 1820, Fouché muere en su cama, pero estuvo al límite de ser fusilado en varias ocasiones; y en 1953, tras la caída de Stalin, Beria fue arrestado y ejecutado por sus rivales políticos en el Kremlin. Pero, Santiváñez es contemporáneo, y su experiencia de vida académica y profesional es democrática: Él no es, no debe ser, ni Fouché, ni Beria.

Por Silvana Pareja

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