José Miguel Castro: los muertos hablan
La muerte de José Miguel Castro —exgerente municipal de Lima durante la gestión de la exalcaldesa Susana Villarán, su brazo derecho, receptor de coimas por $11 millones de dos empresas brasileñas para la revocatoria y la reelección (y sabe Dios qué más), acusado de desfalcar por S/ 20 millones a la Caja Municipal— nos dejó impávidos y sobrecogidos.
Él concibió y creó la Asociación Amigos de Lima Metropolitana (ALM), integrada, entre otros, por su cuñada, Daniela Maguiña Ugarte. Sus integrantes eran del círculo íntimo de Villarán. La ALM, ahora desconocida por la exalcaldesa, recibió las coimas de Odebrecht y OAS a cambio de “mejoras” en sus contratos. Anteriormente, el esposo de Maguiña fue nombrado presidente de Emape sin tener la preparación; salió por incapaz. Una verdadera organización criminal.
Ironías de la vida: Castro fue el principal acusador de Villarán, la delató cuando vio que se salvaba él o iría a la cárcel un largo tiempo.
Castro tenía todas las pruebas contra su examiga. No podrán usarse en el juicio porque el inepto fiscal Pérez no homologó estas declaraciones durante seis largos años. Insólito, pero sigue en el puesto.
Se repitió insistentemente que Castro se suicidó. Hubo que publicar las impactantes fotos del occiso para comprobar que lo degollaron y a mansalva. El cadáver habla. Imposible que se haya autoliquidado. La pregunta cae de madura: ¿quién lo asesinó? Su esposa, sus dos hijos y su padre, excongresista, estaban en la misma casa. Nadie escuchó nada. El corte en la garganta es turbador. Está hecho por un profesional.
Ojo, el proveedor de Qali Warma, Nilo Burga, también fue ultimado con un corte en el cuello. Aún no sabemos quién fue su verdugo. Ambos casos indican un crimen por encargo. ¿Es el mismo sicario?
Tenemos muchos homicidios vinculados a lo político sin aclarar: Fasabi, el sobrino de Humala, Andrea Vidal y Burga.
La muerte de Castro beneficia a la organización criminal encabezada por Susana Villarán, en menor medida a Odebrecht y a OAS. La primera desconoce el Acuerdo de Colaboración firmado por el inepto fiscal Pérez y los brasileños. Han advertido que el equipo de fiscales Lava Jato no puede usar ninguna prueba entregada por ellos. Lava Jato se hunde, no existe.
El representante de OAS prácticamente suplica al inepto Pérez que homologue su colaboración eficaz luego de seis años, y nada. Los vivos también hablan con sus actos. Quienes insisten en la tesis de suicidio e informan puntualmente sobre Castro, apoyan a Villarán. Ante las fotos del despiadado degollamiento, han enmudecido. Pero el silencio es estruendoso también.
La abogada de Villarán declaró que su patrocinada “está bastante preocupada”. Sorprendente. Agregó que el dinero recibido de los brasileños constituye aportes de campaña. Pero Villarán era funcionaria pública y modificó convenientemente sus contratos.
La organización criminal que existe en la Fiscalía y la que conformó Villarán tienen vasos comunicantes, e incluso personajes cercanos a ambas. El Ministerio Público ha sido condescendiente con Villarán. La lentitud, las aberrantes demoras en las investigaciones favorecen a la corrupción.
El homicidio de Castro puede traer abajo el juicio a Villarán. Insistir en el suicidio es grotesco y revela un claro deseo de ocultar la verdad, también el silencio de los cercanos a Castro.
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