Izquierda golpista
Si algo no hay que olvidar es que Pedro Castillo es de izquierda y todo lo que viene con él es parte de un manual que siempre estuvo allí latente, manual que hemos visto ser ejecutado en otros países que lamentablemente siguen destruyéndose. No se hagan los sorprendidos los que lo acompañaron y defendieron durante estos meses, nada ha cambiado, sigue siendo el mismo, solo que la ineptitud le pasó factura.
Este miércoles 7 de diciembre a las 11.45 a. m, el presidente Pedro Castillo daba un mensaje a la Nación, donde empezaba victimizándose, tratando de dividir más al Perú, culpando a la prensa, a los otros poderes del Estado, para, finalmente, a las 11.59 a. m. comunicar el cierre del Congreso. Se convertía en lo que le había criticado al Congreso durante todo su gobierno, en lo que todos sus socios, los que votaron por él, los vigilantes, los acollerados, los lamezuelas, los cojudignos decían que no se iba a convertir, se convertía en un golpista.
El Congreso no perdió tiempo y adelantó la votación para la vacancia, sabiendo que ante este burdo golpe de Estado se habrían conseguido los votos de quienes hasta ese momento defendían al profesor, porque si con algo no se juega es con el curul de un congresista. Mientras se votaba, nuestras Fuerzas Armadas y la Policía Nacional del Perú emitían un comunicado donde daban su apoyo al orden constitucional establecido y ponían en claro que cualquier acto en contra generaba el no acatamiento por parte de ellos, lo que significaba que respaldaban a la institucionalidad y no al dictador. Acto seguido, los ministros que faltaban renunciar se apuraron en mandar sus cartitas de renuncia y limpiarse rápidamente. Y así fue como alrededor de la 1.45 p. m. con 101 votos vacaron al dictador, quien mientras se enteraba de la votación, corría con su alfil hacia alguna embajada. A esa hora se daba cuenta que había fracasado.
Acto seguido, el golpista es detenido por nuestra policía en el Centro de Lima y llevado a la Prefectura de Lima, donde termina sentado en una mesa frente a la mujer que conjuntamente con su premier había insultado, amenazado y atacado mientras mantenía el poder, estaba en ese momento frente a la fiscal de la Nación. Ahora le toca responder a la justicia, le toca responder por el presunto delito de rebelión, que tiene una pena de 10 a 20 años de cárcel.
Aplausos para quienes nunca bajaron la guardia, para quienes defendieron la institucionalidad, para quienes hicieron su trabajo, para los periodistas que no arrugaron, para nuestras Fuerzas Armadas y nuestra Policía y para quienes nunca quieren ser mencionados pero que siempre están allí, desde el anonimato.
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