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Irán, Medio Oriente y el aislamiento de Argelia

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Fecha Publicación: 21/06/2025 - 20:20
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Argelia, el Estado árabe norafricano que todo el tiempo ha venido conspirando contra su vecino, Marruecos, por su recalcitrante deseo de apropiarse de su desierto (Sáhara Occidental), lleno de fosfatos, y conseguir una salida hacia el océano Atlántico –por eso compró al Polisario, y juntos inventaron a la inexistente autoproclamada “República Árabe Saharaui Democrática” (RASD)–, podría hacer una mayor crisis de lo esperado, y más temprano de lo creído. Por su inocultable alianza con Irán que, por cierto, no es reciente, no será difícil concluir que, a la luz de las consecuencias más extremis que actualmente se vienen barajando sobre el régimen de Teherán en la guerra que libra con Israel, que lo ha atacado, será la agudización de su aislamiento en la región del Magreb, en la que sus esfuerzos del pasado por liderarla, y sus deseos de mayor influencia sobre las naciones del complejísimo Sahel, se verán seriamente aún más debilitados. En efecto, en la hipótesis de que sea defenestrado el régimen teocrático de los ayatolas, y no solo por la superioridad bélica israelí que lo pone en seria desventaja, si no, además, por juntársele las endógenas o internas, en un país donde las juventudes iraníes, dominadas por el hartazgo, vienen alzando su voz de protesta debido al statu quo producido por el régimen desde que llegaron al poder por la revolución encabezada por el ayatola Rudolf Jomeini, en 1979. Los amigos de Argelia en la región del Magreb, en África, y en el mundo, son cada vez menos, y el régimen de Argel, pisaría tierra, si diera un paso sincerado antes que esperar escenarios fatales que lo sigan debilitando en el frente internacional donde sus resultados son todos a pérdida. De hecho, Estados Unidos, Reino Unido, España y Francia y una avalancha de Estados miembros de la ONU, han terminado cerrando filas con Marruecos al reconocerle la soberanía sobre el Sáhara y asumir la propuesta de autonomía para esta región del rey Mohamed VI como realista, seria y creíble; y, en el frente interno, la situación argelina se ha agudizado sin detención desde el menoscabo cerebral del entonces presidente, Abdelaziz Bouteflika, en 2013. Rusia ya no tiene tiempo ni recursos para seguir fijando su atención en Argelia, y los chinos, acostumbrados a ganar, saben que, en este marco, donde Washington tiene mayor presencia, no les irá bien. De hecho, la Casa Blanca mantiene con Rabat, de las mejores relaciones bilaterales que cuenta en África, si acaso no es la más importante. En prospectiva, al régimen de Argelia no deberá ser difícil mirarse en el espejo del realismo político del Magreb, y aceptarse sin cualidades atlánticas, que será lo mismo que, en una mesa de negociación, tendida por la buena fe, aceptar la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental y enmendado, enderezar con disciplina al Polisario. La población argelina –va camino a los 50 millones–, quiere que su país se beneficie de las enormes posibilidades que han comenzado abrirse paso en el norte africano, donde hasta las naciones del referido difícil Sahel, se ven esperanzados encaminándose hacia el Atlántico marroquí.

(*) Excanciller del Perú e Internacionalista

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