Irán, el otro poder en Medio Oriente
El reciente lanzamiento de más de 200 misiles balísticos de Irán sobre el territorio de Israel –no son vecinos, es decir, no cuentan con delimitaciones fronterizas–, que ha generado una serie de cálculos de todo calibre sobre una eventual reacción militar de Israel –que, al cierre de esta columna, no se ha producido–, nos lleva a referirnos en esta oportunidad, stricto sensu, respecto de este país del Medio Oriente –no son árabes sino persas–, que, sin duda, junto a Israel, son los más poderosos del Asia Menor, definiendo las dimensiones geopolíticas en esa región.
Pues bien, Irán es un Estado teocrático, es decir, el poder político yace en manos del ayatolá, el mayor líder religioso del país, quien dirige sus destinos desde que llegaran al poder por la denominada Revolución Islámica del 1 de febrero de 1979. En efecto, en esa ocasión, el movimiento islámico se trajo abajo a la monarquía –la Dinastía Pahlavi–, presidida por el sah Mohammad Reza Pahlaví, adicto a Occidente, que fue derrocado en esa fecha, debiendo huir hacia Egipto y luego con destino a América. En este marco, volvió triunfante al país el ayatolá Ruhollah Jomeini, el clérigo que terminó de posicionarse políticamente y, hasta su muerte en 1989, luego de liderar desde el exilio y con éxito la referida revolución de carácter religioso, lo consolidó en el poder.
Desde entonces, Irán, la nación chiita más poderosa de Medio Oriente con 89,17 millones de habitantes, mantiene un sistema político fundado en la referida teocracia, cuyo nombre oficial es República Islámica de Irán. En este país persa, de origen histórico ario, la primera autoridad no es –como en la mayoría de los países del mundo– el presidente, que lo tiene –Masoud Pezeshkian, desde el 28 de julio de este año–, sino la omnipresente y totalizadora figura del ayatolá Alí Hoseiní Jameneí, el denominado Líder Supremo de Irán, que en la práctica es la máxima autoridad religiosa, política, económica, judicial, etc., en el país. Y, finalmente, es quien decidirá qué hacer ante la posibilidad de un inminente ataque de respuesta por parte de Israel, país al que siguen adhiriendo a su causa Estados que mantienen en jaque a la comunidad internacional.
Precisamente, por su altísima membresía, el ayatolá es considerado una verdadera fuente de emulación del chiismo, una de las dos ramas del Islam –la otra es el sunismo–, religión monoteísta que fuera fundada por Mahoma en el 622 d.C. En los 45 años que tiene la República Islámica, siempre ha considerado como sus enemigos, de un lado, a Estados Unidos de América, que representa, en su lectura, a Occidente, y del otro, a Israel, cuya extinción como Estado es una máxima establecida en la propia Constitución iraní. Pero Irán también tiene enemigos dentro del mundo islámico, como es el caso de Arabia Saudita, país sunita, rico por su petróleo, antes que poderoso.
Sin duda, Irán es el otro poder en Medio Oriente, y es un actor clave en el actual ajedrez de esa convulsa región que vive horas de incertidumbre.
(*) Excanciller del Perú e Internacionalista
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