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Iniciativa

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Fecha Publicación: 12/03/2022 - 22:50
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Un sector de la oposición ha reaccionado con enojo frente a la solicitud de Pedro Castillo de comparecer el martes 15 ante el pleno del Congreso para manifestarse sobre un tema no precisado, tal como lo faculta el inciso 7 del artículo 118° de la Constitución. Señalan que el presidente busca interferir en la admisión a debate de la moción de vacancia presentada por ese mismo grupo, la misma que –aseguran– ya habría conseguido el número suficiente de votos.

Es razonable y cierta esta argumentación. Castillo Terrones solo busca anticiparse a los hechos yendo al Legislativo y aparentando no temer lo que sustentará el pedido de vacancia. Aceptada la polémica parlamentaria en torno a dicho pedido, la defensa ejercida por el caradura Eduardo Pachas se encargará de lidiar con las interrogantes de la representación nacional, algo que el mismo Castillo tiene vedado por sus patéticas limitaciones discursivas.

Sin embargo, el tema pone a flote un elemento de base que la oposición en su conjunto no da la impresión de trabajar con ahínco y que ahora más bien el Gobierno intenta privilegiar en cada uno de sus actos. Ese elemento se llama “iniciativa política”.

La historia del Perú está plagada de emprendimientos audaces perpetrados por grupos y caudillos que dieron horizonte a causas buenas, malas o peores. El juicio de valor carece de importancia porque solo interesa resaltar los impactos que esos emprendimientos materializan en las ecuaciones mentales (y elementales) de nuestros hombres y mujeres. Nadie como un peruano promedio para dejarse llevar de las narices y colectivizarse en la barra brava para perseguir un propósito. “Todo el mundo corre, caramba, corro yo también”, como reza un canto afro.

Y por supuesto que Castillo (sometido a la estrategia política del servicio de inteligencia cubano, intentado convertirse penosamente en un producto marquetero socialista del siglo XXI) juega esa carta que en su momento les dio resultados óptimos a Agustín Gamarra, Ramón Castilla, Andrés A. Cáceres, Nicolás de Piérola, Augusto B. Leguía, Manuel Prado, Fernando Belaunde, Alberto Fujimori y Alan García, solo por mencionar algunos de los jefes de Estado respecto a quienes cabe toda clase de evaluaciones pero el consenso de un atributo: supieron tener la sartén por el mango en circunstancias muy específicas.

Cuentan que, siendo mandatario, Alejandro Toledo le espetó a Alan García en una reunión privada bloquearle la tarea gubernamental “distrayendo” a la opinión pública con otra agenda desde su rol opositor. García solo atinó a decirle: “iniciativa, señor presidente. Si usted tomara la iniciativa, a mí no me harían caso”.

De eso se trata en política: quién hace bailar al país con su pañuelo, propuestas, ilusiones y objetivos. Me temo que, por ahora, la oposición no ilusiona por falta de iniciativa, aunque le asista gran parte de la razón.

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