Informar sin sobonear
En cualquier nuevo organismo público del Estado, su titular, por lo general, incluso antes de ocuparse de los asuntos propios de la entidad, se preocupa de que exista un departamento o sección de comunicaciones. Cualquiera diría que es para hacer campañas para atender a la población. ¡Qué ingenuidad! Es para promover la imagen del titular de la institución pública.
Lo mismo sucede con los nuevos jefes de organismos públicos preexistentes, en que, antes de haberse incluso acomodado en su nuevo sillón giratorio —pero, por supuesto, con alta y amplias (altas y amplias) espaldas, pues sino (si no) no es el indicado para su “altísima jerarquía” funcional—, se interesa por la sección de comunicaciones.
Gravísimo error: los departamentos de información y prensa de los organismos estatales —sean nacionales, regionales o locales— están para difundir las acciones del organismo, anunciar y hacer seguimiento a las campañas del mismo, especialmente a las campañas preventivas, como pueden ser las de evitar consecuencias nefastas en sismos, contagios de enfermedades, evitar accidentes de tránsito, luchar contra la criminalidad, evitar extorsiones y, de ser el caso, denunciarlas, utilización medida (mesurada) del agua potable, abrigo durante el invierno y tantas otras similares o compatibles.
Penosamente, los departamentos de información y prensa, más que para lo señalado, que es su razón de ser, son utilizados para lanzar loas al jefe del respectivo organismo público, a difundir sus virtudes (en caso las tenga -> (de que las tenga)) o inventarlas y, por lo general, a la deleznable y antipatiquísima “sobonería”, difundiendo halagos como si se merecieran.
Hay que utilizar las dependencias de comunicaciones, información, prensa o como quieran llamarlas, en beneficio de toda la colectividad y no para inflar inauditos egos, que elevan a inmerecidos sitiales a funcionarios que ni siquiera tienen las condiciones mínimas para el cargo que ostentan.
De vez en cuando leemos alguna información sobre los simulacros de sismos, pero no campañas para que la ciudadanía se involucre en el tema.
Estamos en un invierno más duro del que normalmente se tiene, con personas afectadas en sus vías respiratorias y que atiborran los establecimientos de salud. Pese a ello, no vemos campañas del sector Salud con inducción a la vacuna de la influenza, ni tampoco de los cuidados que deben inocularse (tomarse/aplicarse -> “inocularse” no es correcto en este contexto), si bien para no impedir, por lo menos evitar en lo posible las enfermedades respiratorias, pulmonares y bronquiales.
Los conductores de vehículos sabemos que, según las circunscripciones, la calidad de las vías o la utilización de los locales que se encuentran en sus recorridos (como colegios y universidades, como ejemplo), varían la velocidad máxima a que deben conducirse los vehículos motorizados. Sin embargo, no notamos que hallan (haya) campañas para el cumplimiento de las velocidades máximas, con lo cual se podrían evitar muchísimos accidentes de tránsito.
Se conoce hasta la saciedad que las extorsiones están a la “orden del día”, empero no vemos campañas para evitarlas y, si se producen, denunciarlas y ubicar a los delincuentes.
Podríamos seguir y seguir con los ejemplos, pero lo importante es que este tema sea también del cuidado de la Contraloría, para que no permita que los departamentos de informaciones, comunicaciones y prensa del Estado sean simples elementos de sobonería, sino que cumplan con su misión de estar al servicio de toda la población, que, al fin de cuentas, es con los impuestos que tributa con lo que se solventa su existencia.
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